«Eu vívín tres Santiagos»

xosé m. cambeiro SANTIAGO / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

SANDRA ALONSO

El escritor confiesa ser un compostelano de «estricta observancia»

16 abr 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Bieito es un personaje agradable, magnífico escritor y excelente persona. Con una poliomielitis a cuestas desde niño, que le inutilizó sus dos piernas, se abrió camino en su existencia a base de pundonor y saber hacer. Vino a estudiar Historia a Santiago con Franco intubado en su lecho de muerte y vivió la transición en medio de la efervescencia estudiantil y la eclosión política. «E non so política. Houbo tamén daquela unha revolución sexual», matiza Iglesias, que como otros muchos compañeros solo pisaba la facultad para hacer asambleas. La Universidad estaba en la calle.

Era aquella Universidad central de Galicia, aún no escindida, en la que convivían alumnos de toda la geografía galaica. Una mezcolanza enriquecedora: «Saías da túa casa e integrábaste nun mundo diverso, plural e moi animado. Santiago ofreceume unha fiestra ao mundo».

Ese, el estudiantil, fue uno de los tres Santiagos que vivió Bieito. El segundo fue el Santiago político (el de la capital autonómica, que «transformou a cidade») y el tercero el peregrino, a partir del 93. Cuando Iglesias llegó desde su Ourense, Compostela era una ciudad «moi tradicional» a la que no había llegado el impacto del desarrollismo franquista. Ese mundo se extinguió tras el derribo del edificio Castromil, una «barbaridade urbanística» que se llevó por delante a los autobuses, los maleteros, las pescantinas que bajaban de los ómnibus y los médicos de la Senra. Santiago se exterioriza en el ensanche y en el casco viejo.

Este último, a partir del 93, empieza a cobrar tinte de ciudad-museo o parque temático, de acuerdo a la percepción de Bieito, con riadas turísticas y pérdida de señas como «preciosas tendas tradicionais». Bieito tiene claro que «aquel Santiago era máis coqueto, e este é máis universal. E hortera».

Recorrido vital

Vino a impartir docencia hace 18 años al instituto de Lamas de Abade, aunque desde el 75 siempre vivió en Compostela y aquí conoció a la que hoy es su mujer. Y a muchos amigos, pocos de ellos picheleiros. Empezó a bucear en la escritura a los 30 años. Y se alegra de hacerlo en la madurez, «cun certo recorrido vital». En la poesía no es tan indispensable ese bagaje, sí en la prosa. Además, «se empezara antes igual me arrepentía das obras escritas». La vida también voltea las cosas, y si antes los mozos salían de casa en edad aún tierna, hoy lo hacen a los 30 años, «adolescentes perpetuos».

Muchas voces coinciden en que Bieito Iglesias está ya en lo más alto del Olimpo literario gallego. Su prosa atesora quilates: «Non teño a vaidade de pensar que son mellor que ninguén. O meu devezo ao escribir é comunicarme con alguén e suscitar emocións. Se hai un so lector que disfrute, xa me considero ditoso e pagado».

¿Bulle Santiago por esas líneas? ¿Inspira esta ciudad? Las novelas de Bieito tocan muchos lugares, pero confiesa que hay tres escenarios esenciales: Santiago, su Ourense natal y el Coles de sus antepasados. Compostela ya se arraigó en su corazón: «Considérome un santiagués de estricta observancia».

Ha recorrido el Camino de Santiago, pero no lo enfiló literariamente como muchos escritores que encontraron un magnífico caladero: «Gardo moitos e gratos recordos de cando fixen o Camiño, como por exemplo a estancia no mosteiro de Samos, pero non tanto como para experimentar unha revelación». Le asombra que la ruta jacobea en autores como Paulo Coelho o Cees Nooteboom no recoja el tramo gallego: «Utilizaron a palabra Santiago en van».

Bieito no come de la literatura y ha de compaginarla con la docencia. Imparte Lengua e Literatura e Historia. A menudo llega cansado a casa tras la actividad en el aula y se pone delante de un papel. Dos vocaciones plenas y una salud a vigilar.