Las bibliotecas escolares abordan su apertura a las áreas científicas

SANTIAGO

Las nuevas tecnologías se presentan como una oportunidad para captar a los alumnos y profesores que hasta ahora se mantienen alejados de estos espacios

13 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

? El Congreso de Bibliotecas Escolares en Tránsito, que se celebró en el Palacio de Congresos de Santiago durante los últimos tres días, ha servido para analizar el presente y el futuro de unos espacios culturales que tienen ante sí el reto de convertirse en una herramienta dinámica para mejorar la formación de los alumnos tanto de primaria como de secundaria.

Inés Miret, consultora especializada en proyectos digitales relacionados con la lectura, el libro y las bibliotecas, una de las ponentes de la mesa titulada Bibliotecas escolares ¿entre interrogantes? considera que estos espacios se enfrentan a dos retos en el futuro más inmediato: «Conseguir que todas las áreas entren en la biblioteca y que la biblioteca tenga una estupenda coordinación con los programas de tecnología, que los programas de tecnología de la biblioteca no sean como dos entes con proyectos y con personas distintas, sino que todo se integre en un proyecto común para la lectura, para la escritura, para la información, para lo digital y lo impreso».

Uno de los principales problemas a los que se enfrentan cada día los responsables de las bibliotecas escolares es que, aunque cada vez más los profesores se implican en estos espacios, aún resulta complicado que dejen de ser vistos como herramienta solo para determinadas materias.

«Hay que hacer entender que la biblioteca es un apoyo para matemáticas, para las áreas artísticas, para las ciencias naturales, para la física y la química», apunta Inés Miret. «El reto es desligarla de las áreas más literarias», apostilla Mónica Baró, licenciada en Historia y diplomada en Biblioteconomía y doctora en Documentación, que también participó en la mesa redonda.

Una de las conclusiones a las que se ha llegado tras tres días de debates es que las nuevas tecnologías no puede ser vistas como un ataque a las bibliotecas, sino como una herramienta para hacer atractivo el trabajo de estos espacios y como un medio para atraer una serie de disciplinas que habitualmente han optado por mantenerse alejadas de las bibliotecas por ser consideradas espacios propios de las humanidades.