Ochenta vehículos antiguos atrajeron las miradas de 15.000 personas
25 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Viejo no es lo mismo que antiguo. Lo viejo vale poco o nada y suele acabar en el vertedero. Lo antiguo está al alcance de monederos algo nutridos y se expone en museos y salas. Algunas improvisadas, como lo fueron ayer las plazas del Obradoiro, Toural y Cervantes, en las que se celebró la primera Concentración de Vehículos Históricos Compostela Monumental. Una cita ineludible para los amantes del motor. Una oportunidad para ver, tocar y admirar coches de aquellas épocas en las que no eran utilitarios. Eran auténticas obras de arte.
Un total de 83 coches acudieron al encuentro. El más antiguo fue un Dodge de 1914, una auténtica joya que conserva hasta la pintura original y sus llantas de madera. A su propietario se le iluminan los ojos cada vez que le preguntan por la pieza. Leandro Mosquera, de la empresa santiaguesa Autocares Mosquera, lo compró hace ya cuarenta años. Cuenta que el coche era de una familia pudiente de Albacete que durante la Guerra Civil lo ocultó emparedándolo para evitar que el ejército -republicano o rebelde- se lo incautase. Acabado el conflicto, aquella familia dejó de tener posibles y se vio obligada a venderle a Mosquera su tesoro. «Los hermanos Dodge lo bautizaron como Old Betsy», apunta con orgullo.
Los 15.000 curiosos que se pasearon por la concentración tampoco podían quitar ojo a un magnífico Auburn de 1929 propiedad de uno de los socios de Talleres Iglesias Porto. Un auténtico fan de los coches antiguos que los compra destartalados y los repara con mimo y cariño hasta dejarlos como nuevos. En total tiene seis, pero el Auburn es la joya de una corona en la que también relucen un Isetta de 1950 y un Ford A descapotable. Cuando se le pregunta por el valor económico de los vehículos calcula que el Auburn puede llegar perfectamente a los 70.000 euros.
La consecución de historias de carburadores con solera se rompe de pronto con el rugir poderoso de un motor que suena más moderno. Es un Cadillac Eldorado de 1973. Su dueño, Valentín González, de Ordes, sube la capota para evitar que la lluvia que empieza a caer le estropee el interior. El vehículo está impecable. «Lo compré en Benidorm y ya me costó 17.000 euros. Lo usaban para bodas y estaba bastante bien conservado, pero yo ya llevo gastado en él otro tanto porque le he puesto muchas otras piezas. A mi mujer le encanta, porque como es tan largo es que ni notas los baches», explica.
crónica exposición de coches clásicos