«Es una colección de trajes que creció con mi familia»

Concha Pino SANTIAGO/LA VOZ.

SANTIAGO CIUDAD

Entre las piezas expuestas en el Museo do Pobo, las prendas de ropa interior femenina son todas antiguas

26 jun 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El Museo do Pobo Galego atendió la propuesta de Piluca Montenegro de exponer su colección de trajes tradicionales de Galicia. Con el título Estopa e pano sedán , la muestra reúne una amplia selección de prendas atesoradas por esta funcionaria jubilada de 74 años, pontevedresa con orígenes familiares por línea materna en la parroquia de Arnois, en el Ulla. Es fruto de su dedicación y empeño por recuperar piezas antiguas, pero sobre toda una colección vivida, porque creció a medida que lo hicieron sus sobrinos y sus familias, y por su tesón para transmitir «el amor por las cosas que tanto valoraron los que nos precedieron».

-¿Cuándo la inició?

-En el año 54, cuando al acabar el bachillerato mi abuela me regaló una mantilla. Era de cera moura vidrada y estaba picada, pero el bordado estaba bien y lo recuperé para hacer mi primer traje. Y continúe tratando de recuperar cualquier pieza antigua que pudiera encontrar en anticuarios, y muchas de ajuares antiguos que en algún caso pensaban tirar porque estaban picadas o rotas. Pero lo aprovecho todo, porque cada año hay que improvisar algo nuevo.

-¿Lo que hace es reconstruir y reconvertir?

-Sí, porque todos los trajes, excepto uno, están hechos por mi con sedas antiguas, que aprovecho de colchas o de cortinas que después tiño. Y los bordados también son casi todos originales, sacados de piezas antiguas estropeadas y montados en otras.

-¿Sus sobrinas participan de su amor por el traje?

-La verdad es que sí, porque cada año se suman más a la fiesta de la Peregrina, a la que acudimos vestidos en grupo desde el año 70. Pero también lo hacen para darme a mi el gusto. La primera vez que vine a Santiago el Día do Traxe fue con dos sobrinas, y la última vez, hace tres años, convencí a 25, porque no iba a presentar más al concurso. Y ganamos el primer premio de grupo.

-¿Cuántos trajes tiene?

-No sabría decir, porque se van montando en la medida en que hacen falta, con prendas de unos para otros, pero zapatos tengo más de setenta pares, incluidos zuecos, y desde el número 20 al 45.

-¿Y armarios?

-Tengo una habitación con un armario corrido en una pared, dos arcas, muebles bajos con cajones para lo que no se puede colgar y cajas de plástico para zapatos y otras cosas. Hay que estar muy pendiente y da mucho trabajo. La verdad es que es una chifladura, porque lo guardo todo después de la Peregrina, pero en abril ya empiezo a moverme para ir renovando y haciendo lo que vamos a necesitar.

-¿La ropa blanca antigua la usan, no son joyas?

-Algunas no se puede porque son muy pequeñas. Las hay de mi abuela, y una camisa de hombre que me regalaron las nietas de uno de los fundadores de Aires da Terra, Víctor Mercadillo.

-¿Cómo prevé su futuro?

-Lo ideal sería que fuese a un museo y que mi familia pudiera usarla como ahora, pero es difícil. Repartirla sería dividirla y perdería su valor, que no es económico.