«Los directores no deciden, trabajamos en colaboración»

Concha Pino

SANTIAGO

Crítico con la situación musical en centroeuropa, dice que le encanta la Real Filharmonía, «es un paraíso»

28 ene 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El director titular de la Orquesta Nacional de Porto, Christoph König, dirige esta noche a la Real Filharmonía de Galicia en el concierto de abono del Auditorio. El maestro nacido en la ciudad alemana de Dresde vuelve a estar al frente de la Filharmonía, una orquesta con la que le gusta mucho trabajar, «aunque casi tengo reparo en decirlo, porque cuando dices que todo es positivo suena a falso, pero en este caso es cierto, me encanta esta orquesta».

-¿Quizá porque es joven y muy dispuesta a trabajar?

-Por lo que conozco, la jerarquía de las orquestas españolas funciona al revés, porque como Santiago es una ciudad no demasiado grande no se espera que haya una orquesta de tanta calidad. En cambio, en Madrid se espera que sean más buenas, y esta es mejor. Los músicos son tan abiertos y tienen tanta humildad, que el trabajo es más positivo. Es un paraíso.

-¿Cómo es su experiencia en Porto, es diferente trabajar al sur europeo?

-No, no creo que se deban establecer comparaciones entre Norte y Sur, Este o Oeste, porque en todo caso dependen más de la situación política, cultural, la que vive la zona o de la historia de la orquesta. Como ejemplo puedo decir que acabo de dirigir una orquesta de un país que no quiero decir cual es, de habla alemana, que no es muy famosa, pero sí conocida. Y no es muy buena, con la mitad de profesionalidad que la de aquí. O el hecho de que cuando diriges una orquesta española notas que los metales, sobre todo las trompas, y las maderas y todos los vientos, son excelentes. Y a veces en el centro de Europa baja la calidad solo por los metales, ya nos hemos acostumbrado a tener problemas con las trompas.

-El concierto de esta noche incluye una obra difícil y poco interpretada de Shostakóvich, ¿no?

-Sí, el primer concierto para violonchelo se toca mucho, pero el segundo no, es cierto. Para mi es muy, muy bonito, pero no en el sentido melódico. Es mágico y también un poco amargo.

-¿Cómo se concilian los intereses para un programa? ¿ Esta obra es una elección suya, un acuerdo?

-Pienso que los directores, aunque sean admirados por todo el mundo, especialmente por los políticos, creo que trabajan y actúan en un ambiente de colaboración. Los directores no podemos decidir ni mandar. Dependo mucho del pasado de la orquesta, de la programación que ha desarrollado antes. En este caso hablé con el gerente de la orquesta y del Auditorio, porque si bien yo sugiero, me gusta llegar con algo que la orquesta no conozca, pero de un compositor que ya esté introducido. Como la quinta de Dvorák, que se toca muy poco. A mi me encanta y espero que al público también.

-Usted dirige muchas óperas. ¿Es un buen momento para este género?

-Como director alemán, la carrera empieza por la ópera. Es la situación de partida normal, y es bueno y malo. En un teatro de ópera eres un esclavo, no tienes mucha capacidad y a menudo es un lío de organización. Por eso últimamente no dirijo mucha ópera, porque aún cuando puedes decidir al cien por cien los músicos, los cantantes y la apuesta en escena, siempre te queda el riego de que el conjunto no funcione musicalmente bien. Y yo soy músico. Me encanta la ópera y me gusta dirigir ópera, pero si puedo hacerlo en condiciones favorables. En los países de lengua alemana a menudo son óperas de repertorio, y no se ensaya lo suficiente, la calidad se resiente.