«A pantalla é toda a parede»

SANTIAGO

Cuarenta mayores de la residencia Porta do Camiño fueron ayer por primera vez a una sala de cine

15 ene 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

No es tan fácil

de Meryl Streep, Alec Baldwin y Steve Martin fue la película elegida por los responsables de la residencia Porta do Camiño para que cuarenta mayores del centro descubrieran las salas de cine modernas. Muchos no habían ido al cine nunca y, los que fueron alguna vez, ni siquiera recordaban el nombre del filme que había visto. Lo que tenían todos claro es que era en blanco y negro, no había butacas sino bancos y, por supuesto, la película se paraba para cambiar el rollo. Además, las voces de los actores tenían un sonido diferente y, en ocasiones, no se oía nada por el ruido del proyector. Eso sí, todos coincidían en que «salas como estas nunca pensei que as houbera, é todo tan bonito», comentó Ángeles, una navarra de 76 años afincada en Santiago desde hace 40, que recordaba a un actor, Miguel Ligero, que «era muy guapo y todo un galán». Ella sí fue al cine cuando era joven, pero entonces todo era en blanco y negro y en España no se proyectaban todas las imágenes de las películas que se hacían en el extranjero, por aquello de la censura.

Una experiencia hermosa

Desde las salas recreadas en la película Cinema Paradiso, ninguno de los asistentes habían vuelto al cine y, por eso, la de ayer en los cines del Área Central fue una experiencia «hermosa», «inolvidable» para Mari Castro de 78 años: «Me gustó la película, me gustó el cine y me reí mucho; yo volvía mañana otra vez si me trajeran». Los cuarenta mayores disfrutaron de la sesión de cine como de una fiesta extraordinaria, en la que no faltaron refrescos ni, por supuesto, las palomitas.

María Vázquez, de 77 años y natural de Roxos, se mostró sorprendida por el tamaño de la pantalla: «Era grandísima, se veía muy bien y el sonido era maravilloso; yo repetía mañana». La veterana del grupo, Francisca Pazos, de 97 años y procedente de Marantes, solo tuvo una pega a la actividad, y es que era «un poco larga, pero me gustó mucho». Lo que más les llamó la atención era el tamaño de la pantalla. «Ocupaba toda a parede, nunca tal cousa vín», decía Francisca, quien confiesa que nunca pisara un cine: «Cando era pequena non había para esas cousas». Vicente Mallón estuvo emigrado en Buenos Aires muchos años y «non había tempo para ir o cine; despois xa o deixas. A película non estaba mal. Gustoume, pero non o imaxinaba así».

La idea de acudir al cine surgió casi de casualidad. Antonio Doval, trabajador social de la residencia, comentó que hace unos meses llevó a un grupo de la residencia a visitar una exposición sobre Charles Chaplin. «Unha mostra que lles gustou moito e, no medio da conversa con eles na exposición, lles preguntamos quen non fora nunca o cine; cando vimos que había moitos decidimos darlles un regalo para despois de Nadal», comenta satisfecho.