Hallan carpas invasoras en el embalse Barrié de la Maza de Negreira

Emilio Forján

NOIA

16 sep 2009 . Actualizado a las 11:03 h.

El final de la temporada de pesca fluvial en la comarca de Negreira trajo consigo un importante hallazgo, pero a la vez bastante desalentador para la preservación de la fauna piscícola de Galicia por cuanto se trata de una especie de peces invasores. Por primera vez, las autoridades de Medio Ambiente tienen constancia de la existencia de carpas en aguas del embalse Barrié de la Maza, a su paso por Negreira, y cuyo nombre científico es el de Cyprinus carpio.

Para más inri, se trata de una variedad poco común en Galicia, conocida como royal, de cueros, o de espejuelos, que puede llegar a medir un metro de longitud y pesar unos 30 kilos, cuya longevidad llega a los 15 años. Las hembras reproducen hasta 300.000 huevos.

Hasta la fecha, Medio Ambiente tenía conocimiento de la presencia de otras especies invasoras como el cangrejo rojo americano. La recomendación de los expertos para quienes pesquen carpa es sacrificarla, evitando su propagación.

Originaria de Europa oriental y Asia, a los expertos consultados no les cabe la menor duda de que se trata de una especie introducida en el embalse del río Tambre, aunque es muy común su presencia en ríos de la provincia de Ourense. De hecho, aparte de los ejemplares pescados en la zona de Logrosa, también se capturaron carpas de esta variedad varios kilómetros mas abajo, en el canal de agua que conduce hasta la central hidroeléctrica del Tambre, en Noia, lo cual indica su rápida reproducción.

La carpa es un pez bentófago, que horada en los lechos de los ríos y fondos arenosos en busca de moluscos, gusanos, larvas de insectos y restos vegetales. En algunos foros, incluso se apunta a las empresas que explotan los embalses como responsables de su invasión con el objetivo de que remuevan los fondos para ganar profundidad.

Llegaron a cocinarlas

Antonio Ferreiro, un vecino de Logrosa que hace dos años regresó a su Galicia natal, amante de la pesca fluvial, no daba crédito cuando en los últimos días de la temporada piscícola se topó con una gran sorpresa: «Nun principio deume certo respeto, porque o peixe tiraba moito e cando o quitei da auga, sorprendinme pola súa forma», relata Ferreiro, quien llegó a capturar hasta ocho carpas, soltando tres de ellas en un pozo cercano a su casa, donde sobreviven con el pan que arrojan los vecinos «e penso para coellos e comida para peixes», comentó. Las tres carpas pesan entre un kilo y 600 gramos y hay quien probó a cocinarlas: «Unha veciña pediume unha e dinlla. Díxome que non estaba mal de sabor, aínda que saben moito a lodo».