«Aún existe el profesor que da la clase y vuelve al despacho»

EDUCACIÓN

La remodelación del gobierno tras el abandono de Universidade Aberta le ha llevado a uno de los vicerrectorados «calientes», a un año de terminar el mandato

05 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Juan Viaño (A Coruña, 1955) deja el decanato de Matemáticas para situarse al frente de uno de los vicerrectorados más importantes del gobierno de la USC, sobre todo en el actual momento de adaptación al espacio europeo de la educación.

-¿Cuáles son los retos para el año de mandato que queda?

-No tenemos tiempo de abordar grandes proyectos, pero sí intención de poner las bases de lo que tiene que ser el futuro profesor en el espacio europeo de la educación superior (EEES) y de la investigación. En las universidades, todos los centros están haciendo un esfuerzo importantísimo para adecuar su oferta docente y adaptarla a este espacio. No solo hay una nueva estructura de títulos, sino una visión completamente nueva de como se debe enseñar para conseguir la mayor eficacia y los titulados mejor formados. Estamos culminando ese proceso, y ahora falta tener a los mejores profesores para implantarlo, para que esa docencia y nueva metodología se haga de manera eficaz.

-¿El profesorado está aceptando de buen grado los cambios que supone Bolonia?

-Una parte importante del profesorado ha participado ya en experiencias piloto de enseñanza y aprendizaje europeo, por lo que están muy animados. Es cierto que las figuras con las que contamos, que provienen de la LRU (Ley de Reforma Universitaria), y la estructura de profesorado y de sus actividades tienen que sufrir adaptaciones. Tendremos que buscar un nuevo modelo para definir a ese profesor que es transmisor de conocimientos pero también debe ser elemento muy activo en el aprendizaje del alumno. Hasta ahora el sistema estaba más centrado en transmitir el conocimiento -el alumno escucha, copia, estudia- y tenemos que ir a otro donde el profesor debe ser transmisor de conocimientos, pero al mismo tiempo tutorizar y enseñar a aprender, para que el alumno razone, entienda y organice. Solo de esa manera conseguiremos que tenga las habilidades y competencias que se marcan en los nuevos títulos.

-¿Queda aún en la universidad el tópico del profesor que imparte su clase magistral y se va a casa?

-Desafortunadamente ese tópico está, se transmite y hace poco bien a la institución. Poco a poco tenemos que ir cambiándolo. El profesor forma parte de una estructura de docencia con unos objetivos, y de un equipo docente que tiene que conseguir unos titulados con unas competencias y habilidades. Todo esto tiene que hacerse de manera coordinada, y por lo tanto el individualismo no forma parte de este nuevo sistema. No quiero decir que las clases magistrales desaparezcan, tienen su papel dentro de la nueva metodología, pero desde luego es muy importante la coordinación de los equipos docentes, para hacer los programas, enseñarlos, proponer tareas a los estudiantes... Que todo el equipo docente sepa lo que va a mandar un profesor a los estudiantes, y que no sea entrar en el aula, dar la clase -y en algunos casos sin ni siquiera mirar a la cara de los alumnos- y volver a su despacho. No quiero decir que todos los profesores hagan eso, pero si existe este profesor, y tenemos que ir a un modelo cooperativo.

-¿Para implantar los nuevos grados hará falta ampliar la plantilla?

-Efectivamente es un tema que conviene tratar con cuidado. Al haber esta reestructuración en cuanto a las actividades docentes que debe realizar un profesor, hay una reducción de grupos y una actividad más en contacto con el alumno, por lo que se puede pensar en que hay mayores necesidades. Y es así, pero con matices, porque también hay una reducción del numero de años. Además, ahora ya hay tutorías, lo que ocurre es que son de despacho, y lo que se pretende es que haya una tutorización en aula aunque sea en grupos reducidos. Efectivamente al haber grupos pequeños aumenta la carga, pero se compensa con la reducción de la duración y con el que haya horas de actividad presencial que se están haciendo como tutorías. Se necesita además un nuevo estatuto del personal docente e investigador y pensar en nuevas figuras que permitan compatibilizar la labor de investigación con la tutorización de los alumnos. En otros países esto se ha estudiado más, y hay labores de tutoría que ejercen los doctorandos, por ejemplo. Personas que no dan clases pero sí tutorizan, esa sería una figura a implantar.