La ayuda de Pablo llegó finalmente, después de un año esperando tras la resolución positiva

E. Á.

SANTIAGO

15 mar 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Tarde, pero al final las ayudas acaban llegando. Charo Mayán y su marido vivieron toda una odisea de papeleos, trámites, expedientes perdidos y recuperados que por fin terminaron el pasado mes de febrero. Solicitaron la ayuda de la dependencia para Pablo, su hijo de cinco años valorado con una gran dependencia, cuando se puso en marcha la ley, en mayo del 2007. En enero del 2008 les dijeron que la ayuda, una aportación económica al cuidador, estaba concedida. Lo llamativo es que pasó un año y seguían esperando por ella. Por fin, a finales de febrero llegó la ansiada carta a su vivienda de Milladoiro. Ya solo quedaban los trámites de la Seguridad Social.

En su caso, la media de un año o año y medio que suele tardar en resolverse la ayuda quedó alargada hasta prácticamente los dos, aunque Charo, eso sí, no se rinde.

Además de la ayuda de la Ley de la Dependencia su hijo, con una parálisis cerebral, necesita otros muchos recursos, como una silla para poder estar en el centro escolar. El pasado curso, la solicitó y le fue denegada por su alto coste, unos dos mil euros. Pero Charo no se rinde, ni mucho menos y este año ha vuelto a pedirla. Cuando su caso salió en los medios de comunicación más de una persona se ofreció a mediar, e incluso un ciudadano se prestó a regalarle la silla a Pablo. Pero su madre es tajante. Su hijo no necesita que nadie le regale la silla, su hijo necesita que la Administración le reconozca sus derechos, por lo que como asegura, seguirá peleando para que a Pablo no le falte de nada.