«C5 era una ilusión conjunta que mi madre me transmitió »

Paula S. Fontáns

SANTIAGO

Madre e hijo comparten trabajo y vida en la galería compostelana, un proyecto que empezó como un sueño y poco a poco fue tomando forma

05 oct 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Tanto la madre como el hijo son personas activas en constante movimiento. Ambos hablan de su trabajo con pasión, una profesión que ven como parte de sus vidas y que viven con total dedicación y cariño.

Concha procede de la docencia en la Universidad, en arte contemporáneo. Su trabajo abarcó siempre dos campos de investigación sobre la arquitectura histórica y la plástica contemporánea. «Estaba dando clase en la Universidad de Santiago y un día, después de una caótica reunión de departamento vi un anuncio de 'se vende' en este edificio y me dio un vuelco el corazón», explica. Ya hacía tiempo que rondaba en su cabeza la idea de independizarse y trabajar por su cuenta, pero ese pálpito fue el empujón que Concha necesitaba para «dar el triple salto mortal».

Su conexión con el arte le viene desde siempre. «Empecé haciendo Arquitectura de Interiores en A Coruña; después hice Diseño de Moda e Historia del Arte es mi tercera carrera. Siempre me gustó el arte contemporáneo». Esta última licenciatura decidió hacerla cuando tuvo a su tercer hijo: «Trabajaba en la administración pública en horario de mañana y pensaba que iba a ser una etapa tranquila con mucho más tiempo», indica. Empezó estudiando en la Facultad de Historia compostelana, en la que después ya se quedó como profesora. «La Historia del Arte para mí no llegó como primera vocación, sino que vino a completar una trayectoria mucho más amplia». En su cabeza ya rondaba la idea de tener una galería propia desde hacía tiempo y el cartel de se vende fue el paso hacia su nueva etapa profesional.

La idea que empezó como un sueño, poco a poco fue tomando forma. «En ese momento el proyecto era muy pequeño, pero ya antes de terminar la restauración del edificio, que se hizo muy canónicamente, iba a la vez creciendo el proyecto intelectual de galería», recuerda Concha emocionada. Pero ese cambio, no lo dio sola, si no que la acompañaron su hija Irene y su hijo Antonio, que ahora está con ella al frente de la galería.

«Yo soy abogado de profesión. Acabé la carrera en Italia, especializándome en derecho urbanístico relacionado con conjuntos históricos», explica Antonio. Sus inicios estuvieron en la administración, pero después de cinco años decidió formar parte del proyecto de su madre porque su trabajo no le llenaba, ya que «tenía muchas más inquietudes». Entre los tres crearon un proyecto que Antonio define como «una ilusión conjunta que mi madre nos transmitió». El mundo del arte es «complejo, pero muy apasionante», afirma Concha. Y Antonio asiente. Se les ve encantados y satisfechos con su trabajo.