Concierto bajo el piano

Manuel Beceiro

SANTIAGO

El francés Pascal Neveu tocó sin público en el Festival dos Abrazos por un cambio de espacio de última hora

22 ago 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Aunque el tono era gris en el mediodía del parque de Galeras ayer, la lluvia no parecía amenazar, por lo que no estaba mal la idea de acostarse en el suave manto a esperar el cálido abrazo de la envolvente música oriental o soñar con los mecedores tonos clásicos sobre los que improvisa el pianista francés Pascal Neveu. La oportunidad la pintaban verde y sonora una mañana más en el Festival dos Abrazos, y aunque el día no era nada abrasador, uno confiaba por lo menos que algo «abrazador», siquiera en lo musical, sería, tal como había prometido el certamen de lo mismo, compensando así este triste veranillo envidioso de San Martín.

Tras deambular durante unos veinte minutos por el parque, el demandador de abrazos musicales no atisba el más mínimo eco del instrumento de Chopin, ni del de Pascal, mientras los niños improvisan sus juegos y dos jóvenes ponen la única nota abrazadora enroscados como tiernas babosas en una apartada esquina. Ninguna nota, ningún mensaje prende en ningún lugar del parque que anuncie la incomparecencia del improvisador en este gris y luctuoso mediodía, razón esta última que induce a pensar en la posible suspensión del concierto para unirnos al duelo nacional por la desgraciada catástrofe del día anterior.

Uno empieza a sentir la sensación de haber sido enviado más bien a galeras, por lo que decide inquirir a Cultura, o sea al Concello, al otro lado del celular, si no había un concierto de un tal Pascal Neveu en el parque de Galeras. El interlocutor, en tono poco abrazador, dice que va a mirar, y tras unos segundos confirma que sí lo había pero que se ha trasladado al Auditorio de Galicia por la lluvia. Me toco la cabeza, miro al cielo, y sigo viendo todo gris. Llego al Auditorio veo a un pianista sentado frente a un piano, tocando sus tripas y su costado, y una única espectadora haciendo fotos, me toco la cabeza, ya no hay cielo pero sigo viéndolo gris.

El pianista improvisa sobre lo que parece ser una pieza de Falla, en una especie de performance para artista y espectadora. Es el concierto con menos público que he visto en mi vida, pero Pascal Neveu interpreta con el mismo sentimiento y energía que si el Auditorio estuviese abarrotado. Es una estampa digna del Guinness, una marca difícil de superar, pues la espectadora resulta ser la señora del músico francés. Cuando va a terminar la pieza medito si aplaudir porque, pienso, puede resultar un poco sarcástico, pero lo hago al ver que su compañera lo hace.

Sigo sin dejar de rascarme la cabeza, incluso cuando el artista francés, amablemente, accede a hablar sobre sus conciertos al aire libre que le permiten «escuchar el viento, ver los colores y la gente en movimiento», trasladando todo esto a sus sonidos. Neveu necesita de la libertad del público, pero sobre todo de éste. Entiende que «el publico que va a los conciertos al aire libre es realmente libre, porque se sienta como quiere, donde quiere e incluso está tan cerca que a veces casi se meten bajo el piano». Eso le ocurrió en un parque de Santiago con una chica que siguió el concierto bajo el instrumento. Ayer yo también sentí ganas de seguir el concierto bajo el piano.