«En verano no me muevo de Compostela ni de broma»

Alberto Ramos

SANTIAGO CIUDAD

14 ago 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Este personaje brilla con luz propia dentro de la fauna compostelana. Todos los santiagueses le conocen y le miran con un gesto de simpatía en el rabillo del ojo. Zapatones lleva años paseando su indumentaria de peregrino por las entrañas del casco histórico. La plaza del Obradoiro es su casa y la cuida con esmero. Como buen anfitrión, recibe a todos con los brazos abiertos y con su buena voluntad ayuda a todos los visitantes que recalan en Compostela. «El verano lo paso informando a la gente de donde está la oficina del peregrino y oriento a los despistados». Durante los meses estivales tiene una actividad de vértigo. El trajín que se respira en las inmediaciones de la catedral es su pan de cada día. Estos días estuvo indignado porque «no le dieron la Compostelana a un niño de siete años que hizo el camino desde Ponferrada. No se la dieron por no tener la primera comunión hecha». Zapatones no comprende esta decisión y él lo tienen claro: «Si dependiese de mí, se la daba al instante».

Muchos se preguntan en la ciudad qué hace este hombre en el Obradoiro, qué gana estando allí. «Tengo la mejor paga posible y es que los peregrinos quieren hacerse una foto con Zapatones. Eso me enorgullece y me hace feliz», explica.

Este peculiar peregrino no descansa durante el verano, pero el invierno es un momento de pausa. De realizar un paréntesis de Compostela sin olvidarse de la ciudad. «En enero y en febrero haré el Camino Portugués. Pero en verano yo no me muevo de aquí ni de broma», afirma Zapatones de forma categórica.