Un crómlech cuenta historias del Neolítico en Boiro

SANTIAGO

06 jun 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

En San Ramón de Bealo (Boiro) mover dos palmos de tierra suele ser equivalente a toparse con un petroglifo, una mámoa o cualquier otro resto prehistórico. La situación llega a tal punto que, fuera de micrófono, incluso los políticos maldicen que para hacer cualquier obra en la zona tengan que tramitar mil papeles ante Patrimonio. Pero todo tiene recompensa. Y si no que se lo pregunten al arqueólogo Víctor Barbeito, al que le encargaron unas prospecciones para construir un parque y, nunca mejor dicho, se quedó de piedra al toparse con un nuevo mundo de milenarios restos. Entre ellos figura un aparente crómlech.

Todo empezó cuando un amante de la arqueología alertó a Barbeito, que ya estaba con su trabajo a vueltas, de la existencia de una piedra vertical con unas perforaciones un tanto enigmáticas. Allí se acercó el profesional y descubrió que, en medio de un antiguo muro, figurando como una losa más, había un elemento que, a falta de nuevas investigaciones, se supone que es un crómlech.

Barbeito explica que se trata de una muestra de arte rupestre del Neolítico que tiene, como mínimo, entre tres mil y cuatro mil años. Siempre aparece en posición vertical y puede tener o no grabados. En este caso los tiene. La única duda es si siempre estuvo de pie, y, por tanto, sí sería un crómlech, o fue arrancada de un petroglifo al uso y trasladada ahí por quienes, hace más de cien años, hicieron el muro.

Los 23 agujeros que luce son de cazoleta, es decir, del tipo de arte rupestre hecho en piedra más antiguo que se conoce. Al preguntarle si se trata de una pieza fácil de encontrar, dice: «Só sei de dúas ou tres máis en Galicia».

Más allá de la teoría, lo que mejor suenan son las historias que, gracias a los nuevos hallazgos arqueológicos de Bealo, cuenta Barbeito. Porque, a su entender, que en esta zona se hayan descubierto ahora, amén del crómlech, dos túmulos y varios petroglifos significa, por ejemplo, que el vial que une Boiro y Noia, y que pasa por la zona, fue vía de comunicación ya en la prehistoria.

Paradojas de la vida, Barbeito duda más sobre el futuro inmediato que sobre el pasado. Porque, si bien es capaz de contar mil historias sobre quienes pudieron perforar el crómlech, frunce el ceño al preguntarle qué pasará ahora con la pieza.