Centrifugado de tripas a 3,5 euros

SANTIAGO

Disfrutar de todas las atracciones de las fiestas supone una inversión considerable, pero compensa si a uno le gustan las sensaciones fuertes y las emociones inolvidables

04 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

El gusto innato -e incomprensible para algunos- que tiene el género humano por centrifugarse y, además, pagar por ello, es una cosa seria. Es montar una verbena y se hacen colas interminables en las taquillas de los chirimbolos, cachivaches y artilugios diabólicos que te cambian las tripas de sitio y te ponen los pelos de punta. Y no hablamos solo de niños, que también, sino de esas atracciones propias de unas fiestas como las de la Ascensión que atraen a adultos hechos y derechos que disfrutan del vértigo y del mareo.

Vaya por delante que, si uno tiene un par de hijos en edad de marearse, el desembolso que supone montarse en los aparatos es importante. Pero siguiendo la filosofía de que un día es un día, allá que nos vamos, armados de euros para cambiar por fichas, dispuestos a sentir en carne propia las sensaciones de pago que vienen por la Ascensión.

¿Ascensión? Nada más propio. Porque ascender es lo que hace la noria de Sánchez, esa gigantesca rueda que ya forma parte del paisaje de la Alameda llegada esta época del año.

Los tres euros y medio del billete no son poco, pero si uno piensa que desde las alturas tendrá unas vistas de la ciudad inigualables, la inversión igual vale la pena. Hay cola. Los empleados de la atracción van encerrando a los clientes, en grupitos de cuatro, en las jaulas satelitales que se elevarán muchos metros sobre las cabezas de los compostelanos.

Compartimos encierro voluntario con una pareja que, de entrada, y antes de que la noria arranque, se coge las manos con tanto frenesí que uno no sabe si es amor o si es miedo lo que tiene delante.

Y empieza la ascensión propiamente dicha. No fue buena idea haber comido antes de subir.

Con ritmo lento, antes de que te des cuenta sobrevuelas Santiago. En las tripas del artilugio, la mirada se te va inevitablemente a los mecanismos: ruedas, poleas... Este chisme pasará la ITV ¿no?

Hechas las comprobaciones, lo mejor es disfrutar del paisaje, ver la catedral desde lo alto, los barrios de Santiago, la Cidade da Cultura que levanta su chepa caprichosa sobre el horizonte, las torres de Mallou... ¡Hay que ver qué feo es el Ensanche desde arriba!

La velocidad de giro aumenta y los órganos internos parece que se descolocaran, pero las vistas compensan. La pareja que comparte la jaula disfruta de un viaje que, todo sea dicho, es mucho más romántico si la pareja es una mujer y no un fotógrafo de Recesende. En cinco minutillos más o menos, los tres euros y medio se agotan. Entonces te paran arriba mientras, en la parte inferior, se van bajando los de las otras jaulas. Cuando tocas con los pies en el suelo otra vez -cuidado con la cabeza- no puedes evitar mirar a lo alto y decir: ¡Mira que soy inconsciente!

Recolocados los órganos internos en su sitio -los externos aún siguen a la altura de la garganta- si uno no ha tenido bastante puede probar con el Top Flip, que es lo más parecido a meterse directamente en el tambor de una lavadora y que es mano de santo para sacudirse el polvo, la caspa o lo que uno tenga que sacudirse.