La Toja deja de producir jabones en A Coruña después de más de un siglo de actividad en Galicia
SANTIAGO
Raquel Vitos Sánchez tiene 54 años. Los últimos 39 los ha pasado trabajando para La Toja. Ayer llegaba a las siete de la mañana a la fábrica, situada en el concello coruñés de Culleredo, y traspasaba la puerta de entrada por última vez. Iba a recoger su finiquito. Fue su última jornada, llena de silencios y lágrimas encubiertas. «Empecé en esto con 15 años, en enero de 1969. Entré en el centro de A Coruña muy nerviosa, con falda y calcetines», recuerda esta ya ex operaria de La Toja. «Olía muy bien, era muy agradable moverse por aquella nave». Raquel trabajó primero en la línea de jabones combinados. Luego estuvo 15 años en el almacén, hasta que abrió en 1980 la fábrica de Culleredo. «Siempre fuimos muy solidarios entre nosotros. Recibías apoyo cuando tenías un problema».
La Toja se creó como una empresa familiar hace un siglo. Creció, sus productos se cotizaron en el complicado mercado cosmético y se revalorizó. Gillette fue la primera en comprar la marca. Luego lo hizo Nobel hasta que Henkel la adquirió. «Siempre hubo rumores de cierre. Todos los años escuchábamos lo mismo». Pero el anunció llegó cuando menos lo esperaban. «Era el 2 de enero y estaba en mi casa comiendo. Me llamó una compañera y casi se me atraganta el arroz. Comencé a gritar porque no me lo creía, no me explicaba lo que había pasado». En los exteriores de este centro productivo de Culleredo, Raquel se encuentra con Manuel, otro compañero que, como ella, buscaba el cheque con la liquidación. Su visión era diferente. «Yo tengo 52 años y a mí me ha tocado la lotería primitiva. Y además me voy con un reloj de oro», explica. Se lo mandarán a casa por superar 25 años de antigüedad. «Hay que reconocer que Henkel no nos ha tratado mal como trabajadores, pero yo no me explico por qué trasladan la fábrica a Alemania», dice Raquel. «Es la globalización», concluye Manuel. Pero otros no están en su misma situación. Una madre y sus dos hijos dejaron ayer Culleredo. Una indemnización y al paro, con 20 años de trabajo y menos de 40 de edad.