Es una noche tranquila, muy agradable, para ir en mangas de camisa. Probablemente, una de las pocas que quedan en Santiago hasta el próximo verano. Las cazadoras y jerséis reposan en las escaleras de A Quintana mientras sus dueños charlan y se toman una copa. Deben de ser un centenar, más o menos. Hay un bullicio generalizado, pero sin grandes alborotos. No es mayor del que provocan las terrazas de la propia plaza y de la Vía Sacra (Casa das Crechas, Albaroque...). En el suelo hay unos cristales rotos, un par de botellas abandonadas y algún vaso pisado. Es jueves, una de la mañana.
Media hora más tarde, cuando algún reguero oloroso y amarillo ya marca la frontera entre el botellón de A Quintana y las terrazas de Vía Sacra, una legión de jóvenes sube en tropel las escaleras, en busca de otro sitio. En la parte de abajo de la plaza hay un Picasso blanco y dos figuras azules e inamovibles se recortan delante de él. Hay otra que habla con los chavales. Nadie levanta la voz. El Picasso ya había atravesado la plaza otras dos veces pero los jóvenes no habían captado la indirecta.
-¡Eh!, ¿qué pasa? ¿Adónde os vais?-, se escucha escaleras arriba.
-Nada, para otro lado. Nos acaba de echar la poli.
La poli seguirá en ese plan. Tiene órdenes expresas de evitar que los jóvenes hagan botellón en el casco histórico. Lo hace desde hace meses, pero ahora empezará a tomárselo con más intensidad. «Lo que hacemos -relatan fuentes de la Policía Local- es invitar a los jóvenes a que se vayan a la Alameda». Esas invitaciones servirán, en principio, para que la zona vieja quede un poco más despejada por las noches de gente que bebe en la calle. El impacto de esta práctica en el casco histórico es mucho mayor que en la Alameda.
Esta prohibición de beber en la zona monumental ya la preveía la ordenanza de convivencia, residuos y limpieza vial, que entró en vigor este año y que contempla multas de hasta 750 euros por beber en las rúas. La concejala de Seguridade Cidadá, Marta Álvarez-Santullano (PSOE) confirma que «vamos a empezar especial atención en los días de movida a partir del último jueves de este mes». Esto quiere decir que ningún día se podrá hacer botellón en la calle, pero que algunos días, especialmente los jueves, la vigilancia será mayor. Esta medida, según Álvarez-Santullano, es «prioritaria».
La local y la nacional
La policía vigilará con lupa sobre todo las centenarias plazas de la ciudad histórica. En principio, este plan implicará a la Policía Local pero se intentará establecer colaboraciones con la Nacional.
A Quintana no fue el único lugar desalojado el jueves. Los chavales que tuvieron que dejar de beber esa noche en la plaza se encontraron con que a los que lo habían intentado en Praterías, aunque eran muchos menos, les pasó lo mismo.