Contra el supuesto garrafón, laboratorio

LUGO CIUDAD

05 feb 2009 . Actualizado a las 10:34 h.

En la época de las falsificaciones, todo consumidor desconfía de que le den gato por liebre, y en el sector de la hostelería no iba a ser menos. Quizá por ello se ha vuelto a disparar con fuerza la leyenda urbana del garrafón ; una supuesta práctica que consistiría en dar alcohol de baja calidad en lugar del de marca con el fin de ahorrar unos céntimos.

«El garrafón es como las meigas; dicen que lo hay pero nadie lo ha visto». Así lo explica Jesús Díaz, un hostelero de Lugo que ha puesto en marcha una curiosa iniciativa para desterrar la leyenda urbana que más perjudica a los locales de copas. En la cafetería Cook y otros locales de su propiedad, ofrece a los clientes la posibilidad de llevarse una pequeña muestra del alcohol consumido. Después de rellenar el vaso con el correspondiente licor, un pequeño chorrito de la misma botella irá a parar a un tubo de ensayo, que el cliente podrá llevarse gratuitamente para analizar. Con ello el hostelero pretende dar confianza a los clientes y romper el mito del garrafón. Es el primero que lo hace, pero espera que cunda el ejemplo, «porque el coste del tubo de vidrio y de la muestra de alcohol compensarían con creces si el sector pudiese derribar definitivamente este rumor de la posguerra española». Entonces casi todo el alcohol viajaba en garrafones debido a la escasez de cristal, y la cantidad importaba más que la calidad. «Ahora, cada vez que un cliente me habla del garrafón, saco el tubito, lo relleno y se lo entrego identificando en la etiqueta el nombre del local y la marca servida. Y que lo analice si quiere. No hay mejor argumento», concluye Jesús Díaz.

Dos comerciales de bebidas alcohólicas tercian en la conversación con el hostelero y apostillan que tampoco ellos han visto jamás en un local de copas una botella que no tuviese registro sanitario y marca oficial. Pero el más veterano explica con guasa el origen del bulo: «Un chaval se toma 13 copas en una noche, y con la número 14 cae redondo. Al día siguiente dice que esa última era de garrafón. Claro. Se ha tomado casi un garrafón de alcohol, y echa la culpa a la última copa».