La pionera luz de la plaza de la Verdura cumple 125 años

María Cedrón PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Pontevedra fue la primera ciudad gallega en contar con alumbrado eléctrico

28 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Son las cuatro y media de la tarde. Es sábado y llueve en Pontevedra. Está oscuro, pero las lámparas de diodo o Led que cada noche iluminan la plaza de la Verdura aún no están encendidas. Todavía es muy pronto. La oficina de Turismo está al frente, en un inmueble que aquí apodan como Casa de la Luz. El nombre no es casual. «Ahí había unos generadores que eran los que daban servicio eléctrico a Pontevedra hace muchos años. Este fue el primer punto que tuvo luz en Galicia», responde el propietario de uno de los bares que adornan con terrazas los soportales de la plaza. Este mes se han cumplido ya 125 años desde que aquellas máquinas comenzaron a trabajar en abril de 1888.

Eran unos aparatos que funcionaban con un método especial de montaje en el que intervenía una dinamo y máquinas de vapor. La potencia que conseguían era mínima. Unos cincuenta caballos, que hoy se han multiplicado en más de un millón. Pero entonces supuso una revolución que, en un primer momento, se topó con detractores.

De aquella vieja línea, promovida por el primer marqués de Riestra, no queda ya nada. La amable encargada de la oficina de turismo confirma que, efectivamente, de la primitiva instalación que llevó el tendido eléctrico por primera vez a calles como la de Don Gonzalo o la Plaza Nueva no hay ni rastro. La única referencia que tienen en la oficina viene en uno de los folletos de promoción de la ciudad. Al referirse a la plaza de la Verdura, dice que «Destaca el inmueble de los arcos (...) donde en el XIX se ubicó una fábrica de la luz, siendo Pontevedra en 1888 la primera urbe gallega con alumbrado eléctrico...».

Aunque no queda ningún vestigio a la vista, la mente de los que pueblan la plaza tiene viva la historia. «Fue el primer lugar en el que hubo luz en Galicia», confirma otra vez la encargada de otra cafetería. Antes de recibir a las decenas de turistas que ahora pasan por Pontevedra y antes de ser incluso cuartel de la Policía Local, en ese edificio hubo un pequeño lugar en el que los sueños de un hombre dejaron para el recuerdo la escena de un farolero recorriendo las calles con lámparas de petróleo para iluminar la noche. Había llegado por fin el tendido eléctrico.