Sonia García llega puntual con su hijo Hugo, de treinta meses, a la cita en las escaleras de la anterior sede de Hacienda, en San Francisco. Es la coordinadora en Pontevedra del grupo Mámoa, una asociación de apoyo la lactancia materna que tiene su punto de encuentro en el ambulatorio Virxe Peregrina. Ayer, tanto ella como la decena de madres que acuden habitualmente a las sesiones querían hacer visible esa defensa de la lactancia fotografiándose en la calle para el calendario que el próximo año lanzará el colectivo. La consigna para las imágenes era que las mamás fueran de negro y los pequeños con algo blanco, petición que se cumplió.
Junto a Sonia estuvieron Patricia Portela, con Miguel, que acaba de cumplir dos añitos, y Cristina, con Enzo, de siete meses. Tanto estos pequeños como Hugo siguen mamando. «La lactancia es la forma de alimentación natural para la madre y para el bebé -dice Sonia-. Ahora no estamos acostumbrados a ver niños tan mayores amamantados, pero el patrón antropológico del destete varía entre los dos años y medio y los siete en la especie humana, con lo que es perfectamente normal. De hecho, hace setenta u ochenta años en cualquier zona de España podías ver a niños mamando hasta los cuatro o cinco años. Hay bastantes ahora, pero es algo que se mantiene más en casa. No hay tanta visibilidad, como ocurre con el biberón. Sacar el pecho da más reparo. Pero estos calendarios tienen la intención nada más de hacernos visibles».
En las reuniones no solo se habla de lactancia, sino también de cuestiones de la crianza o la alimentación infantil. «Sobre todo recibimos a muchas madres que al principio tienen problemas con la lactancia, y les ayudamos», añade Patricia. Eso fue lo que le ocurrió a Cristina, que reconoce que ese apoyo fue fundamental en su caso. «Ellas salvaron mi lactancia», afirma.
Destete
El destete llega, según Sonia, «cuando uno de los dos decida, o él o yo». «Es una relación madre hijo, entonces los únicos que deben decidir cuándo se termina son la madre o el hijo», apunta. Patricia añade que la mayor parte de las madres dejan de dar el pecho a sus hijos a los cuatro meses. E insiste en que volver al trabajo no significa tener que dejar la opción de la lactancia. «Intentamos que la madre trabajadora siga dando el pecho, es una de las cosas que más nos preocupa -señala-. Hay muchas madres que están trabajando que siguen sacando leche o dándole más tiempo en el momento en que están en casa. No es incompatible»