Carlos Arias ha aterrizado en el Teucro con las ideas claras. El pivote argentino, de 2,02 metros de altura, se ha enrolado en el colectivo pontevedrés siendo muy consciente de que tendrá que ser uno de los cuatro comandantes del barco que conduzca al equipo, al menos, a conseguir la permanencia en División de Honor Plata sin demasiados agobios. El canterano Toño, el navarro Miguel Unanue y el portero portugués Miguel Marinho deben aportar los otros granos de arena más consistentes.
De hecho, su currículo avala esa teoría porque ha ganado varios campeonatos sudamericanos y panamericanos en distintas ocasiones. Un buen día optó por abandonar la competición de su país para probar fortuna en Italia durante tres temporadas. En la primera de ellas coincidió con Javier Barrios y eso seguramente fue clave en su llegada a la ciudad del Lérez.
Arias estableció su techo provisional el año pasado al debutar en Asobal de la mano del Cuenca. Sin embargo, una inoportuna rotura de peroné trastocó sus planes y frenó su ascensión. Volvió a las pistas en abril, pero apenas tuvo tiempo para demostrarle a los técnicos que debían apostar por su renovación. El Teucro es, de momento, su última parada.
Carlos García Alén, que ejerció de maestro de ceremonias, aprovechó su intervención inicial para «felicitarlo porque está de cumpleaños. No se si se acordaba o no, pero me he fijado y vi que cumple 25 años».
El presidente se deshizo en alabanzas hacia él. «Es un jugador joven, pero cuenta ya con una trayectoria muy importante y dilatada, tanto con la selección júnior como la absoluta argentina. Creemos que es una incorporación que va a dotar de consistencia al equipo, fundamentalmente en labores defensivas. Tiene mucha habilidad en la defensa uno contra uno, pero su envergadura, 2,02 de altura y 105 kilos de peso, también le permite encontrar huecos en ataque con bastante facilidad», manifestó el presidente del Teucro.
El jugador demostró en su intervención que afronta esta nueva etapa con una gran dosis de ilusión. «Al Teucro le puedo aportar las ganas de entrenar, de crecer día a día y de no quedarme en una base. Eso es lo que he tratado de hacer siempre y ahora quiero aprender de un entrenador como Javier, y de un grupo con compañeros muy buenos», recalcó.
El argentino habló con cierta nostalgia de su frustrada aventura en el Cuenca. «Fue una experiencia muy bonita, que terminó muy rápido porque me rompí el peroné cuando me estaba consolidando en el equipo en defensa», afirmó. Ve al Teucro con aspiraciones porque cuenta con un grupo de jugadores interesantes.