Una vida sobre ruedas

María Conde PONTEVEDRA/LA VOZ.

SELECTIVIDAD

Motos, coches, camiones o autobuses... Madre e hija enseñan a los aspirantes a conductores todos los secretos para pilotar sobre el asfalto

04 jul 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Son auténticas todoterreno. Desde sus respectivas autoescuelas, Verónica Ligero y Verónica Vara, enseñan a sus alumnos todos los secretos para una buena conducción, se trate del vehículo que se trate. Es más, la madre reconoce que se siente más a gusto pilotando un autobús o un camión que un turismo, esencialmente por la sensación de amplitud. «Me encuentro mejor -dice- con que el vehículo sea más grande, me da más seguridad». No opina lo mismo su hija, que se queda con la parte téorica de su trabajo. «A la hora de informarse es cuando la gente decide -explica-. Las prácticas dependen del teórico».

¿Quién conduce mejor de las dos? Ahí hay discrepancias. Verónica Ligero asume que tiene «más edad al volante» y presume de no contar desde que tiene el carné con una sola multa. «Conduzco mejor yo, ella es más precavida», apostilla su hija.

Lo cierto es que ninguna de las dos se veía atraída por manejar un volante o una palanca de cambios hasta que comenzaron a colaborar en el negocio familiar que fundó José, el padre de Verónica Ligero, en Poio. Ella comenzó a trabajar en la autoescuela hace dieciocho años y, desde hace doce, la gestiona junto a su marido. «Fue empezar a trabajar y darme cuenta de que me gustaba -explica la madre-. Es un poco lo que le pasó a Vero. Fue acabar la selectividad y empezó a colaborar con nosotros en verano. Y después de unos meses supo que era lo que quería hacer».

Su hija lo corrobora. «A mí antes no me gustaba conducir para nada -señala-. Es más, cuando me quité el carné, me parecía un rollo el teórico. Pero fue empezar a hacer el curso y descubrir esta vocación». No obstante, insiste que de su trabajo lo que más le gusta es «la psicología con la gente, ponérselo fácil, vamos».

Durante un tiempo, la madre compaginó el trabajo en Poio con el de Portonovo, tras la apertura de otra sede de la autoescuela hace nueve años. Pero fue hace tres cuando Verónica hija se hizo cargo de este local.

Ninguna de las dos se quita los tacones para las prácticas. «Es que ni me lo planteo, porque es el calzado que uso habitualmente -indica la hija, que los llevó incluso cuando aprobó la prueba para poder enseñar el permiso de camión-. Para mí es cómodo».

Pocas profesoras

Cuando su madre comenzó a dar prácticas, se contaban con los dedos las mujeres que daban clases para los permisos de autobús y camión. «Y hoy en día seguimos siendo pocas», reconoce. Pero lo que por fin se va desterrando es el tópico de mujer tenía que ser... «Quizá la gente mayor aún lo vea así, pero está demostrado que para nada -matiza Ligero-. El que es responsable al volante lo es y da igual que sea hombre o mujer».

Ahora tienen el mayor número de usuarios en la autoescuela, ya que es en verano cuando la gente joven aprovecha para sacarse el carné. Pero, cuando ellas tienen tiempo libre, buscan liberarse del coche, que también utilizan a diario para desplazarse a trabajar. «Hay un momento del año cuando me dispongo a descansar, que me voy a donde sé que no tengo que coger el coche», reconoce la madre. Aunque terminó cogiéndole el gustillo a la conducción, su hija admite que «también me escaqueo de cogerlo en vacaciones». «Es que estás seguido en la carretera», apunta.