El próximo rector también colgó clase

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua VIGO/LA VOZ.

PONTEVEDRA

Salustiano Mato y Jaime Cabeza aspiran a dirigir una universidad que no vivieron como alumnos. Ambos estudiaron en Santiago y admiten que eran empollones, pero también tuvieron tiempo para otras cosasSalustiano Mato se metía en mil batallas a la vez y lograba sacar tiempo para investigar, igual que ahoraEn la universidad, Cabeza descubrió la solidaridad y el compromiso, que luego estudió en el plano teórico

16 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Los dos candidatos a rector de la Universidad de vigo tienen fama de chapones. Tanto Salustiano Mato como Jaime Cabeza terminaron temprano sus estudios y pronto se metieron en los entresijos del mundo universitario. Coincidieron en la Universidad de Santiago de Compostela, aunque Mato es siete años mayor.

Salustiano Mato, el investigador con prisa

Cuando se conoció que Alberto Gago renunciaba al sillón de mando de la plaza Miralles, el nombre de Salustiano Mato (Santiago, 1960) ya aparecía en las primeras quinielas. Al preguntarle por esa posibilidad a alguien que lo había tratado con cierta frecuencia en los cuatro años anteriores, contaba:

-¿Tano? Pues no sé si será el candidato, pero conociéndolo, no me extrañaría nada.

-¿Por qué, es una persona muy ambiciosa?

-No, no, ¡qué va! Es que le gusta meterse en mil fregaos. No es capaz de parar quieto.

Pero la fama de estar en mil batallas al mismo tiempo no le viene a Salustiano Mato de sus cuatro años como director xeral de I+D+i de la Xunta. Le viene de mucho antes. Cuando estudiaba Biología en la Universidad de Santiago era monitor de tiempo libre, entrenador deportivo, daba clase y hasta organizó algún ciclo de cine en una campaña contra el hambre. «Era bastante asiduo das clases -reconoce-, aínda que había algunha profesora que só lía do libro. A esas non ía».

Con 19 años se había contagiado del veneno de la investigación y no logró desengancharse. Le apasionaba la zoología. En cuarto de carrera empezó a preparar la tesina y supo que la investigación era lo suyo. Se pasaría años metido en laboratorios y, ya terminado el doctorado, se marcharía a Estados Unidos como para investigar el compost.

Parecía que tenía prisa Salustiano Mato: licenciado en Biología con 21, doctor con 25, profesor titular con 29, decano con 31, vicerrector con 38, catedrático de Zoología antes de los 40.

Muy pronto también desempeñó labores de gestión. Dirigió su departamento y fue el primer decano electo de la facultad de Ciencias. Entre 1998 y el 2005, vicerrector de investigación con Docampo. Tal vez el alcalde Lois Castrillo era conocedor de esa querencia de Mato por los retos, y por eso le tentó con una macroconcejalía cuando formó su equipo de gobierno de Vigo. Rechazó, pero había quedado claro que a alguien que ya había pasado por todos los escalafones de la gestión universitaria tam rápida le apetecía hacer algo más. Así dio su salto a la Xunta. Hoy Mato intenta que esa nutrida experiencia como gestor universitario configure su imagen.

Pero quizás para un investigador haya sido mucho despacho. Dicen los que lo conocen que a Salustiano el laboratorio le apasiona. Solo así se entiende que tantas tardes y noches, durante su etapa en la Xunta, se quitara el traje y la corbata de director xeral y buscase resguardarse de la política en su laboratorio de zoología, en la Facultad de Ciencias de Vigo. El coche lo dejaba en el campus de As Lagoas-Marcosende y Mato se pasaba sus ratos libres investigando para trabajos que luego no podía firmar -era el mandamás de la investigación para la Xunta: no quedaba bien-.

Jaime Cabeza,

el negociador

«Yo era un empollón», reconoce Jaime Cabeza (Barcelona, 1967), «pero también laté clase, como todo el mundo». Tiene fama de persona metódica y trabajadora. «Ya se le notaba una gran capacidad de liderazgo. Arrastraba a la gente, pero al mismo tiempo sabía ser obediente. Obediente en el sentido de escuchar, de audere », explica el profesor compostelano Gonzalo Diéguez Cuervo. Fue su maestro. La persona que, allá por los inicios de los 90, dirigió a Cabeza en su tesis doctoral, también en Santiago. «Fue uno de los mejores discípulos». Compartían horas y horas de trabajo. «No, no me extrañó ver que era candidato a rector», dice. Fue la época en la que Cabeza descubrió la solidaridad y el compromiso.

El fruto de esa experiencia personal y de aquel trabajo es La buena fe en la negociación colectiva , que en el año 1993 le valió el birrete de doctor con el que unos meses más tarde se presentó en la Universidad de Vigo y obtuvo una plaza de profesor. Tenía 26 años. La buena fe... fue el primer trabajo teórico de Jaime Cabeza acerca de uno de los aspectos que lo definen. «Yo soy un negociador», ha repetido de sí mismo en varias ocasiones.

Luego ahondó en esa vía. La extinción del contrato, el desempleo, el contrato a tiempo parcial... Cabeza encontró un filón en la comarca de Vigo, dinámica por naturaleza, conflictiva, protestona. Saltó del plano teórico al práctico y del uno al otro. Se zambulló en algunas negociaciones de la ciudad más grande de Galicia y en el 2000 logró la cátedra de Derecho del Trabajo. La CIG lo llamó en varias ocasiones y fue presidente en varios convenios colectivos. Un dirigente sindical que lo trató bastante afirma: «Jaime sempre nos botou unha man cando llo pedimos, o seu traballo connosco é exquisito».