La sindicalista de CC. OO. asegura que la igualdad plena llegará cuando «los hombres se incorporen al mundo doméstico, igual que las mujeres lo han hecho en el público»
15 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.Susana Acosta Apareció Mabel Pérez con esa sonrisa perenne en su cara, y ese look juvenil de blusón hippie, pantalones vaqueros y zapatillas. Al verla, resulta sencillo imaginársela resistiendo las cargas policiales por defender los derechos de los trabajadores. Pero al escucharla, la imagen se hace realidad. Para algunos, Pérez Simal sigue siendo «una niña pija metida a sindicalista», pero a ella no le tiembla la voz al contestar: «Me reivindico como una mujer trabajadora, profundamente de izquierdas y feminista», enfatiza.
Recuerda que dio sus primeros pasos en los sindicatos cuando era casi una niña, «tenía apenas veinte años cuando empecé a trabajar en la Ciudad Infantil Príncipe Felipe», asegura. A partir de ese momento, Mabel Pérez, junto con un grupo de compañeros comenzaron a reivindicar mejores servicios para el centro de menores: «Estaba muy mal, con planteamientos antiguos. Era más una preocupación profesional que una reivindicación profesional», relata la sindicalista.
Las bolas de goma
Mientras cuenta su historia, a Mabel Pérez todavía le brillan los ojos por las experiencias vividas. Esta mujer soñadora y reivindicativa, confiesa que en las escaleras en las que ahora aparece sentada, empezó a darse cuenta de que «las cosas no son justas y que había que pelear por unas condiciones diferentes, por unos servicios públicos mejores... En definitiva, por un mundo distinto», manifiesta. Fue entonces cuando tomó conciencia como sindicalista: «Aquí me manifesté muchas veces y recibí muchas cargas policiales con bolas de goma. Además, este fue el lugar de encuentro con los amigos en las verbenas de la Peregrina», se ríe.
Esta mujer optimista, a la que siempre le gusta ver la parte positiva de las cosas, reconoce que los inicios no fueron fáciles porque «los funcionarios no teníamos derecho a negociar nuestras condiciones de trabajo». Pero, al mismo tiempo, se muestra encantada de que hayan sido años de un aprendizaje «impresionante» y que les hayan llevado a «grandes logros en la Diputación». Tanto, que hoy por hoy, la sección sindical de Pontevedra es una de las más importantes de Galicia. «De hecho negociamos convenios que fueron pioneros en toda España, sobre todo, en materia de salud laboral y de prevención de riesgos», afirma orgullosa.
Asumir la Secretaría Comarcal del sindicato, le supuso un reto importante porque se encontró con problemas en otros sectores de los que ella no era consciente, como el expediente de regulación de empleo de Malvar. «Este nuevo cargo me exigió muchísima formación y trabajo para estar a la altura de las circunstancias». Durante esa época, se ganó la fama de mujer dura y confiesa que decían de ella que tenía «puño de hierro y guante de seda».
En un mundo de hombres
Como mujer y feminista, el nombramiento de secretaria comarcal la convirtió en la primera en asumir un cargo de este nivel en Galicia y la tercera de España. Pero reconoce que nunca fue con la «bandera violeta dándole a nadie en la cabeza». Ese no es su estilo, siempre prefirió otras estrategias como la de tratar de convencer que las mujeres podemos hacer un buen trabajo sindical, «ese fue mi esfuerzo, sabía que era la oportunidad de poder demostrar que nosotras también podemos».
En ese sentido, Mabel Pérez cree que todavía hay mucho que hacer en defensa de la igualdad, «me molesta cuando veo que hay una conselleira y que luego el equipo es básicamente masculino». Se muestra convencida de que la igualdad, en todos los niveles, llegará cuando los hombres se incorporen al mundo doméstico porque «mientras sigamos soportando las cargas familiares, las mujeres estamos limitadas para lo público».
Las discrepancias con la CIG
La sindicalista apunta que las relaciones con la CIG nunca fueron buenas. «Con mi presencia no nos llevábamos bien porque este sindicato tiene un secretario comarcal (Rafael Iglesias) que es un machista. De hecho tuve varios conflictos con él, porque yo puedo aceptar que se me discuta cualquier posición pero no consiento que se me minusvalore por el hecho de ser mujer».
Mabel Pérez acusa a la CIG de llevar una política de un «no contra todo», en referencia a la manifestación del pasado jueves. Dice que los sindicatos deben resolver los casos particulares, de los trabajadores en una empresa, en lugar de luchar contra un modelo económico, el capitalista, que desde Galicia no se va a cambiar: «Nuestra lucha está en lo concreto: Si va a haber cincuenta despidos que sean treinta», increpa la sindicalista.