En la adversidad, Javier Gómez Noya también es el más fuerte. Aunque envíen a los elementos en su contra, puede con ellos. Ni la lluvia, ni el frío, ni un pinchazo evitaron que lograra un gran triunfo en casa. El gallego se adjudicó la Copa de Europa de Pontevedra. Y, como es ya es costumbre, lo hizo de forma incontestable. Machacó a sus rivales en la carrera pedestre. Avanzó en solitario por la recta de meta del Estadio da Xuventude y chocó su mano con el público que le esperaba en la grada. Así de fácil.
Gómez Noya dejó muy claro desde el inicio de la prueba que quería ganar. «Hace mucho frío», destacaba su entrenador, José Rioseco, a orillas del Lérez. El agua estaba a 14 grados. Pero no importaba. El ferrolano se destacó ya en la primera vuelta del segmento de natación para llegar solo a la primera transición. Pero un imprevisto alteró el desarrollo del guión, aunque no el desenlace. Cuando circulaba en el grupo de ilustres, en la segunda vuelta ciclista, Gómez Noya pinchó. Y la zona habilitada para cambiar las ruedas estaba un poco lejos. El gallego se descolgaba así del pelotón que encabezaba la prueba. «Tuve que hacer un sobreesfuerzo», comentaba después.
Llegó en a la segunda transición en el quinto puesto. Pero, una vez aparcada la bicicleta, solo necesitó la mitad del recorrido de la carrera pedestre, unos cinco kilómetros, para regresar a su ubicación natural, la cabeza de la competición. Impuso su ritmo demoledor y fue devorando a adversarios como el francés Franky Batelier y el alemán Steffen Justus. Y acabó la prueba dándose un auténtico paseo por la misma Pontevedra que lo ve entrenar a diario.
Después del vencedor, el mejor gallego Jesús Gomar, que acabó en el puesto 26. Y Óscar Vicente finalizó en el 39.
Los alemanes Christian Procnow y Steffen Justus acompañaron a Gómez Noya en el podio. En su próxima gran cita, el campeón intentará revalidar su corona continental. Será en Lisboa, dentro de dos semanas. Nadie discute que es el gran favorito. Llueva, nieve o haga sol.