Un escultor gallego hace arte llenando con 300 gallinas la Caja de las Letras del Instituto Cervantes

Alejandro Posilio

PONTEVEDRA

29 ene 2008 . Actualizado a las 10:57 h.

El arte es pura originalidad y sorpresa. Y un claro ejemplo lo acaba de dar el artista gallego Carlos Rodríguez-Méndez, quien ha culminado una de sus últimas obras llenando de gallinas la Caja de las Letras del Instituto Cervantes. Lo llamativo de este acto es que estas aves no voladoras ocuparon durante cinco horas lo que ha sido una de las cajas fuerte más seguras de España, puesto que este espacio blindado estaba ocupado hace unos meses por la sede central del Banco de Santander en Madrid.

Este pontevedrés, que este año alcanza la cuarentena, se ha adueñado de la sede madrileña de la institución que cuida el idioma español en el mundo. En su hall de entrada ha instalado una llamativa escultura, consistente en 246 metros de turba encajados entre dos columnas de diez metros de altura, separadas entre sí unos 400 centímetros. El 16 de febrero, coincidiendo con la feria de arte Arco que se celebra en la capital, se llevará a cabo la inauguración de la muestra.

Pero lo que ha llamado más la atención ha sido la experiencia de introducir 300 gallinas de la raza Leghorn, junto a cien metros de tejido de algodón cocido en aceite dentro de 20 bolsas plástica, en la Caja de las Letras. Esta ex caja fuerte se ha hecho famosa porque a grandes nombres ilustres de las letras y las artes de España y de Latinoamérica se les ha asignado una caja de seguridad privada, en la que el artista deposita un objeto o un texto que, salvo él, nadie conoce. Cada uno de los autores ha estipulado una fecha de apertura, casi todas muy avanzadas, por lo que no estarán vivos cuando se abran. De tal forma, que ese espacio se ha convertido en depósito testimonial de estas figuras relevantes.

La iniciativa de las gallináceas se grabó en vídeo, que ha pasado a formar parte de la revista de arte on line llamada Julio, que será presentada en Arco. ¿Y qué representan las aves ponedoras? Su autor lo tiene claro: «Interpreto las gallinas como representaciones de imposibilidad, como figuras que mantienen la obra inacabada. Me interesa el orden no controlado, lo que se desplaza sin orden, que ocupa y se extiende como faltas abiertas. Es un material tremendamente invasivo».