Una familia que vive en el Concello

Miguel Ascón Belver
miguel ascón OURENSE / LA VOZ

OURENSE

El veterano alcalde de Oímbra tiene garantizado su relevo en su hija

02 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El padre es Alfonso Villarino Rodríguez y la hija, Ana María Villarino Pardo.

El progenitor tiene 71 años. Ella tiene 38.

Él empezó como sastre, trabajó en la industria y fue director de una sucursal bancaria. Es alcalde de Oímbra desde 1979. Su hija es técnico de Agader y ejerce como concejala desde el año 2003.

Alfonso Villarino es del PP circunstancialmente. Alcalde desde el año 1979, se presentó en las primeras elecciones democráticas por UCD y después pasó por Coalición Galega y Centristas de Galicia antes de llegar a la formación popular. Siempre ganó con mayoría absoluta porque, según dice, lo de menos son las siglas. «Nunca o fixen por interese propio. O único que quería era dar servizo aos veciños. O secreto para manterse tantos anos é ser unha persoa dedicada ao pobo e ter sentido común», explica el regidor, que, con 71 años, tiene garantizado el relevo. Y no ha tenido que buscarlo muy lejos.

Desde el año 2003, su mano derecha en el Concello es su propia hija, Ana María Villarino, que ya antes compartía con su padre la pasión por la política rural. «É algo que vivín desde que teño seis anos, así que foi algo natural», dice. Además, la mujer lleva catorce años trabajando como técnico del Agader en la comarca de Monterrei, lo que le ha facilitado el conocimiento del entorno y de las estructuras y funcionamiento de las administraciones públicas.

Las necesidades de la zona están claras tanto para ella como para su padre: trabajo para impedir la despoblación. La intención de crear un polígono y la localización estratégica del municipio -cerca de la A-52 y en un punto a distancia no superior de dos horas de Vigo, Oporto o Valladolid- son sus mayores potenciales, dice Alfonso, que admite lo mucho que han cambiado las cosas desde que él llegó a la alcaldía en el año 1979. El regidor recuerda que, por aquel entonces, no había ni siquiera una casa consistorial y que los concejales y funcionarios municipales trabajaban en un bajo alquilado, al igual que ocurría con la consulta del médico. Llevar servicios básicos, como el agua o la electricidad, a determinados pueblos es una de las mayores satisfacciones de su carrera política, confiesa.

Ahora Oímbra tiene una Casa do Concello modesta, pero la tiene. Allí es donde padre e hija pasan buena parte del día, aunque ambos admiten que su trabajo municipal no se limita a horarios predefinidos. «Se vén alguén a casa con algún problema ou algunha petición, atendémolo sen problemas. Non temos horario de atención ao público», dice la hija, que ha heredado la proximidad de su padre con sus vecinos. De hecho, Alfonso cuenta que en sus más de treinta años en política nunca ha ofrecido un mitin. Su campaña consiste en visitas casa por casa a todos los vecinos. Desde el año 2003, va con él su hija, que presumiblemente le tomará el relevo en la alcaldía.

Sin embargo, ninguno de ellos quiere adelantar acontecimientos sobre su futuro. Villarino padre dice que su intención es terminar este mandato «e despois xa se verá». Lo dice con una sonrisa en la boca, la misma que luce cómplice su hija, la futura alcaldesa de Oímbra, si nada se tuerce antes.