Los vecinos la localidad de Saa, situada en el concello de Lobios, critican que la Xunta destine más esfuerzos a proteger el parque del Xurés que sus propias casas
10 ago 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Decenas de kilómetros antes de llegar a la localidad de Saa, en el concello de Lobios, la humareda ya dificulta la visión en las zonas aledañas al monte calcinado. El incendio que se desató el pasado domingo se reavivó ayer con dos nuevos focos. La imagen del fuego devorando el paisaje a escasos centímetros de las casas de las nueve personas que habitan el pueblo era desoladora. La inquietud se mantenía en la aldea, ubicada a menos de diez minutos de la frontera portuguesa.
«Queimouse todo. O lume chegou case a medio metro da miña casa. Porque Deus é moi grande tivemos sorte de que se salvou polo menos unha viña», explica José Luis Rodríguez, vecino de la localidad, mientras muestra impotente una pequeña extensión de terreno verde, todavía respirando entre el negro carbón de las cenizas colindantes.
A pesar de que quince bomberos trabajaban en la tarde de ayer sin descanso, ayudados por dos helicópteros y dos motobombas, para aplacar las llamas que volvían a levantarse próximas a las viviendas, algunos vecinos no ocultaban su indignación por la gestión de los recursos llevada a cabo por la Xunta.
«Fixeron o que quixeron aquí connosco. Deixaron chegar o lume ata o límite. Isto nunca se viu, hai ahí un señor de 93 anos e non se acorda doutra coma esta. ¿Quén entende algo? ¡Cando xa estaba apagado, agora volve arder!», asegura notablemente alterado José Benito Riveiro.
«Sigo pensando que isto puidose parar moito antes pero non lles interesaba que o lume fose cara o parque natural do Xurés e votárono hacia aquí», concluye el mismo vecino, contrariado ante la amenaza del fuego que volvía a amenazar al amparo del viento.
Antonio Sánchez, natural de León pero afincado en el municipio de Lobios desde hace un año, es de la misma opinión. «El domingo esto fue de pánico. Creo que tuvo que ser intencionado porque sino no me lo explico. Eso sí, parece que prefieren proteger antes al parque que a las personas», afirma este jubilado mientras señala parte de sus propiedades, tristemente vestidas de luto por un asesino caprichoso que por desgracia todos los veranos azota a la provincia: el fuego.
El descuido de los montes, muchas veces llenos de maleza, y el despoblamiento en el rural son también oscuros aliados.