En pocas ocasiones al año se reúnen dos de los ingredientes gallegos por excelencia a la hora de compartir mesa y mantel con amigos y familiares. Las fiestas y las ferias son el alma máter de la vida en las localidades, sobre todo durante los meses de verano. Ayer en Ribadavia tuvo lugar esa fusión y, por lo tanto, se celebró la feria más importante de todo el año: la que coincide con las Festas do Portal. Decenas de personas, no sólo vecinos sino visitantes, ciudadanos de comarcas cercanas e incluso turistas que apuran sus días libres en la provincia se acercaron a la villa ribadaviense para desde primera hora de la mañana transitar por la calles de la localidad y de paso hacerse con algunos de los productos que los feriantes -en mayor número que en otras ocasiones- acercan hasta Ribadavia coincidiendo con las fiestas. La temperatura acompañó -quizás con algo de calor- aunque en más de una ocasión la sombra se convirtió en el lugar más concurrido. Compartir mantel. Pero el día de feria no es sólo para comprar sino que es una excusa perfecta para compartir mesa y mantel con amigos, familiares e incluso compañeros de trabajo. Los hay incondicionales de la feria -aquellos que todos los mese se reúnen en el mismo local, el mítico bar Calvo-, pero también los que solamente acuden en una fecha señalada como la de ayer. Todos coincidieron en algo: el menú. No faltó ni pulpo, ni carne ó caldeiro (que se agotó) ni un buen par de huevos. Lo más importante fue la sobremesa, ese momento en el que uno se muestra tal y como es. Algunos volverán a verse en día de feria y otros tendrán que esperar un año, para que de nuevo la virgen del Portal bendiga la fiesta.