Tres hombres asaltaron en Molgas a una mujer cuando dormía y se fueron sin botín

Jesús Manuel García

OURENSE

07 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Ser persona de edad avanzada y vivir solo o sola en el rural ourensano se está convirtiendo en una aventura desagradable por actos vandálicos como el acontecido el pasado domingo de madrugada en Baños de Molgas. Isaura Meno, de 77 años, vive sola en su casa de la aldea de Presqueira y el sábado, al ponerse el sol, se fue a la cama a eso de las nueve y media.

Su habitación está en la planta baja del inmueble, comunicada con la cocina amplia a través de un salón. «Deiteime e tardei en adormecer. Pasado un tempo sentín andar na porta e collín medo». No hubo tiempo para reaccionar. Hacia las 02.30 horas los vándalos llegaron a esta casa solitaria, cortaron el cable del teléfono en el mismo poste pegado al edificio y reventaron el candado de la cancilla para luego forzar la puerta principal de la planta baja, de cristal y aluminio, que da acceso directo al salón. «Inda non sentín o ruido, xa estaban dentro da casa», dice la víctima.

Isaura se incorporó sentada en su cama y un desconocido con pasamontañas se le acercó a la mesilla de noche. «Díxome que calara porque eu berrei e ¿que facía eu con berrar?, nada. Dicíame que calara, que non me ían facer mal ningún», manifestó. Los extraños hablaban en gallego y eran tres. «Un deles sentouse na mesiña de noite e insistía en que non me ían facer mal ningún», explica Isaura. Y mientras este la entretenía, los demás se repartieron por la casa. «Díxome que só viñan aos cartos. Eu lle dixen que non tiña cartos e dalí a un chisquiño ata me comentou que a miña filla lles dixera que eu que tiña moitos cartos. Expliqueille que a casiña está algo arreglada pero foille a conta da miña filla», cuenta la mujer. Ese desconocido aún tuvo valor de encender el aparato de televisión que Isaura tiene a los pies de la cama.

Pasamontañas

«Traguían pasamontañas e guantes. E mentras este estaba conmigo na habitación os outros andiveron remexendo por toda a casa», añade la víctima. Reventaron la cerradura de la puerta exterior del piso de arriba y vaciaron tres armarios de los dormitorios de ese nivel. «Tiraron con todo e remexeron toda a roupa pero non levaron cacharros nen prendas», cuenta esta mujer, quien a pesar de no haber sufrido ningún golpe o paliza asegura que queda marcada por el miedo que tiene en el cuerpo.

Isaura no se levantó en ningún momento de la cama. Se vio impedida ante lo que le estaba pasando: «O que estivo sentadiño na mesiña de noite díxome que se marchaban e que el ía quedar sentado nun banco dos carballos durante unha hora e que si ó cabo dese tempo eu saía da casa voltarían a mazucarme, eu entedinlle iso e contesteille que xa non me levantaría ata a mañá do domingo para ir á misa das dez, que era Domingo de Ramos», señala. Cuando los asaltantes se fueron el reloj marcaba las tres de la mañana del domingo. Solo lograron obtener 20 euros.

Ayer todavía no le habían puesto las nuevas cerraduras a las puertas forzadas por los bandidos. Isaura está arropada por su familia y por sus vecinos. Durmió con una vecina. «Non sei como non me deu un infarto e quedei morta no intre, ¡San Antonio bendito!», señala.

Esta mujer se levantó el domingo, fue a misa y al volver a casa llamó a su hija y luego a la Guardia Civil. Su hija no daba crédito. Pusieron la casa en orden. «Deberon pensar que esta muller tiña cartos para pagarlle ao albañil polas obras da casa e deben ser de por aquí porque saben que ten unha filla», dice su yerno Antonio de Alonso.