José B. Terceiro: «Se requieren instituciones en las que creer, empezando por el Estado»

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente MADRID / LA VOZ

CULTURA

Terceiro considera que España «está en medio de la bruma de la ineficiencia institucional».
Terceiro considera que España «está en medio de la bruma de la ineficiencia institucional». benito ordóñez< / span>

El catedrático y experto en el mundo digital reclama una regeneración

25 nov 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

José B. Terceiro Lomba (Santiago, 1943) pronunció su discurso de ingreso en la Real Academia Española hace una semana. Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense y autor del primer Diccionario de economía en español (1970), ocupará el sillón f minúscula, que durante ocho años, hasta su fallecimiento, perteneció al que fuera gobernador del Banco de España Luis Ángel Rojo.

-¿Qué puede aportar un economista de larga trayectoria como usted que además es experto y pionero en el mundo digital a una institución como la RAE?

-Estoy de acuerdo en lo de larga trayectoria y pionero en el mundo digital, pero en lo que se refiere a la RAE, soy un novicio, talludo pero novicio, que asistí el pasado jueves a un pleno por primera vez. Por tanto estaré a lo que la Academia disponga.

-¿Qué palabras de la jerga económica deberían figurar en el diccionario de la RAE?

-Pienso que en el diccionario deberían figurar aquellos términos de la jerga económica que, por desgracia, se han incorporado a la preocupación cotidiana del común de los mortales y que están en la mente de todos. Por ejemplo: consolidación (fiscal), diferencial (interés), sostenible (desarrollo). También se podría actualizar el término institución.

-En su discurso de ingreso hizo una crítica de la «ineficiencia institucional» de España y consideró «inaplazable» la regeneración institucional. ¿Puede explicarlo?

-No hemos contado con una ágil y estricta supervisión por parte de organismos reguladores del Estado que pudiera evitar determinados desmanes habidos bajo los supuestos de la libertad de mercado. Desmanes entreverados con decisiones y designaciones de carácter político para puestos institucionales de especial relevancia, como en el Tribunal Constitucional. La política está colonizada por altos funcionarios públicos y sus prácticas corporativistas. Los parlamentarios, elegidos en listas cerradas, están sometidos a la implacable disciplina de los partidos políticos, que fomentan el clientelismo y hacen que los candidatos estén más pendientes de las cúpulas que de sus votantes. Los tres poderes del Estado, el legislativo, el judicial y el ejecutivo, aparecen en las encuestas situados en los niveles más bajos de la confianza ciudadanas. Una situación en que las instituciones viven asfixiadas bajo el peso sofocante de la política partidista. En medio de esta bruma de ineficiencia institucional se encuentra España.

-¿Qué relación hay entre prosperidad e instituciones eficaces?

-Los países prósperos son aquellos que han creado un amplio conjunto de instituciones formales para gobernar los mercados: sistemas fiscales equitativos, marco legal estable que proporcione seguridad jurídica, tribunales que hacen cumplir los contratos y bancos centrales que garanticen la estabilidad monetaria y financiera. En general, para que los mercados se expandan, tienen que hacerlo las instituciones públicas de calidad. Los mercados no se crean solos, ni se regulan, ni se estabilizan, ni se legitiman solos.

-También dijo en su discurso que necesitamos líderes en los que nos podamos reconocer.

-Se requieren líderes en los que nos podamos reconocer e instituciones en las que creamos, empezando por el Estado. Un Estado del que ya Jovellanos, hace más de dos siglos, era defensor. Mi maestro Juan Velarde se preguntaba recientemente: «¿Por qué nos importa ahora Jovellanos?». Así responde: porque supo reaccionar de modo oportuno en un momento de cambio radical de todo. Ahora nos encontramos en una situación parecida, en la que el Estado debe imponer las condiciones de un mercado amplio, no disminuido.

-¿Cree que la calidad de nuestros políticos ha bajado?

-Más que disminuir, ha cambiado. Se preocupan mucho más de los intereses partidistas y ponen mucho menos empeño en alcanzar los acuerdos necesarios y de interés general del país. Pero en ningún caso debe confundirse la crítica con su inadmisible deslegitimación.

-¿Cree que hay que tocar la Constitución para reformar en el Estado de las autonomías?

-Pasados treinta y cuatro años de su promulgación ya hemos acumulado suficiente experiencia acerca de las ineficiencias del Estado de las autonomías. Parece razonable plantearse su reforma con objeto de actualizar el reparto de competencias, entre otros aspectos.

-¿Una Cataluña independiente resolvería mejor sus graves problemas económicos?

-Por supuesto que no. Los agravaría. Quienes promueven la idea de independencia debieran caer en la cuenta de que su separación de España, y del español, supondría, en gran medida, separarse de los quinientos millones de hablantes de nuestro idioma en el mundo.

-¿Cree que hay signos esperanzadores en la economía, como argumenta el Gobierno?

-Hay esperanza. Que no es lo mismo que signos esperanzadores.

-¿Qué le parecen las políticas de austeridad que buscan reducir el déficit a toda costa?

-Inevitables, sin que eso quiera decir que han de llevarse al extremo, tanto en términos cuantitativos como temporales.