«La música escrita para castrato es de una gran dificultad técnica»

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

A sus 33 años, el contratenor francés Philippe Jaroussky, especializado en repertorio barroco, es una estrella en alza cuya celebridad excede el fiel círculo de los aficionados a la música antigua.

03 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

A sus 33 años, el contratenor francés Philippe Jaroussky, especializado en repertorio barroco, es una estrella en alza cuya celebridad excede el fiel círculo de los aficionados a la música antigua. Su extraordinaria capacidad vocal le permite afrontar repertorios de gran complejidad técnica, como la música escrita para castrato, que centra el concierto que ofrecerá mañana en A Coruña (Teatro Colón, 20.30 horas) dentro del ciclo Galicia Classics con un programa de arias de ópera de Händel.

-Jordi Savall afirma que la música habla la lengua de la emoción. ¿Está de acuerdo?

-Es verdad. La música del barroco, como la de este programa de Händel, puede disfrutarse de una forma intuitiva, no es necesario ser un especialista para apreciar su belleza. Creo que también ocurre con Vivaldi: no conozco a nadie a quien no le guste, porque su fuerza de atracción es tan poderosa que sigue fascinando hoy.

-Y aunque sean otros los contextos: la «Tafelmusik» de Telemann, por ejemplo, que fue escrita para ser escuchada en banquetes y ahora se interpreta con éxito en salas de conciertos.

-Sí, sigue funcionando. Es verdad que ahora vamos a la ópera con una actitud distinta, más silenciosa, que en el pasado, cuando comían, hablaban, entraban y salían... ¡Si hoy alguien se pone a toser en la mitad de un concierto, todos quieren matarlo!

-¿Pero esa solemnidad es buena o mala para la música, puede alejarla del gusto popular?

-Por una parte es algo bueno y por otra no. Para la música es bueno. Si estoy cantando una aria hermosa no me gusta que la gente se distraiga hablando, quiero que la escuchen y la disfruten. En ese sentido, el ritual, el ceremonial del concierto es bueno. Pero, por otra parte, también entiendo que exista cierta frustración y que los recitales podían ser más flexibles. Tampoco me gusta esa gente integrista que se ofende cuando alguien aplaude entre los movimientos de una sinfonía porque se supone que no debe hacerlo: ¡hay que aplaudir cuando lo sientes, cuando eres feliz!

-¿Como intérprete, qué supone para usted enfrentarse al repertorio escrito para castratos?

-Supone una gran dificultad técnica. Como contratenor, tienes que asumirlo con modestia porque se trata de un importante reto técnico. Los castratos tenían unas cuerdas vocales pequeñas y un pecho grande. Cuando tengo que cantar estas arias trato de respirar lo mínimo posible. Es música que fue concebida para impresionar y creo que alcanzar el éxito cantándola es muy importante porque algunos pasajes realmente son de locura. Es un riesgo grande, pero cuando lo cantas percibes la energía, aunque te drena la tuya, resulta muy cansado. Al final, la gente rompe a aplaudir como si estuviesen pensando «¡lo consiguió!».

philippe jaroussky contratenor que actúa mañana en a coruña