Brancusi y Richard Serra,dos grandes de la escultura en la Beyeler de Basilea

EFE

CULTURA

Hasta el 21 de agosto, quienes visiten la bellísima galería, construida por Renzo Piano, podrán comparar la obra de ambos creadores.

15 jun 2011 . Actualizado a las 14:22 h.

La fundación Beyeler, de Basilea (Suiza), dedica este año su exposición de verano a dos grandes de la escultura moderna y contemporánea: el rumano-francés Constantin Brancusi (1876-1957) y el estadounidense Richard Serra (1939).

Hasta el 21 de agosto, quienes visiten la bellísima galería, construida por Renzo Piano, podrán comparar la obra de ambos creadores además de disfrutar de una selección de sus fondos permanentes, que incluyen obras maestras de Picasso, Monet, Henri Rousseau, Van Gogh, Mondrian, Giacometti y otros.

En un principio, el acabado sensual que supo dar Brancusi a las superficies de mármol, bronce o madera de sus líricas esculturas parece estar muy lejos de los volúmenes de acero minimalistas de las obras del estadounidense.

Sin embargo, Serra ha reconocido su gran deuda para con el rumano, justamente considerado como un pionero de la escultura moderna, y ha explicado en más de una ocasión su admiración por el modo en que éste trabajaba sus volúmenes y conseguía con una economía de líneas captar las dimensiones espaciales.

«Cuando vivía en París (en 1964/65) y aún no había hecho ninguna escultura, acudí durante un mes casi diariamente a dibujar al estudio de Brancusi. Su obra era todo un manual de posibilidades», escribió el Serra en una ocasión.

Es sabido que Brancusi comenzó trabajando en el estudio y en la tradición de Auguste Rodin, del que se separaría, sin embargo, muy pronto en creaciones tan famosas como su serie de «musas dormidas», en las que se observa su tendencia radical a una sencillez formal que le permite llegar a la esencia de las cosas.

En el motivo de la musa dormida, en el que una cabeza aislada a modo de fragmento sustituye y de forma ovalada sustituye al busto tradicional, los rasgos fisionómicos del rostro se disuelven progresivamente en cada sucesiva etapa.

En obras posteriores como la titulada «Prometeo» la cabeza se simplifica aún más, adopta forma de gota, y desaparecen todos los rasgos con excepción de una oreja, o bien, como ocurre en «El primer grito» (del recién nacido) se segmenta el volumen oval para figurar una boca abierta.

Están aquí también sus elegantes series de pájaros, en las que Brancusi expresa con total economía de medios su idea del vuelo, y no falta la primera versión de la escultura «El Beso», con un tratamiento aún relativamente naturalista del motivo.

Se ha traído asimismo a la Beyeler su «Princesse X», cuya versión en bronce tuvo que retirarse del Salón de los Independientes de 1920 por verse en ella un falo en lugar de un busto muy estilizado de mujer, y por supuesto su primera «Columna sin fin» (1918), una de sus creaciones más radicales e influyentes en escultores posteriores como Serra.

Del estadounidense han viajado a Basilea algunas de sus esculturas monumentales que han labrado su fama como la titulada «Pernando Pessoa», en homenaje al autor portugués de «El Libro del desasosiego».

La selección de obras de Serra incluye también desde «The Consequence of Consequence», dos pesados bloques de acero macizo de 8,5 toneladas cada uno, dispuestos de distinta forma -en vertical o en horizontal- hasta «Belts» (Cinturones), bandas de caucho cauterizadas y colgadas de clavos, o sus dibujos «Weights» (pesos), superficies totalmente negras realizadas con tinta litográfica.

La exposición de la Beyeler, comisionada por Olvier Wick, ha sido concebida en colaboración con el museo Guggenheim, de Bilbao, que la acogerá a partir del 10 de octubre y hasta el 15 de abril del próximo año.