«Sin enfermedad, la obra de Lois Pereiro sería muy diferente»

camilo franco REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

El médico del autor destaca el papel de la madre en la vida del poeta

16 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Que hablen los médicos de los escritores no es habitual. Pero la enfermedad fue un proceso crucial para la vida y la obra de Lois Pereiro. José Pereira Andrade lo atendió durante casi trece en el hospital que ahora se conoce como Chuac.

-Trató a Lois Pereiro durante casi trece años. ¿Cómo fue ese proceso?

-Creo que traté a Lois a lo largo de casi toda su enfermedad y fue un proceso largo porque Lois padeció del síndrome de colza, un síndrome del que murió mucha gente. Lois resistió durante mucho tiempo a pesar de que la enfermedad le dificultó la movilidad y se sentía siempre muy cansado. El problema de la colza fue fundamental porque, cuando contrajo hepatitis, el síndrome de colza había debilitado las defensas. Tampoco la infección del VIH fue decisiva y podemos decir que estaba controlada, pero la hepatitis fue definitiva.

-¿La enfermedad marcó la obra de Pereiro?

-Completamente. Hubiera sido poeta igual, pero los derroteros de su obra serían distintos. No digo que fuese mejor o peor, pero el proceso de enfermedad marcó mucho su obra y esa marca se nota en la diferencia entre su primer libro y el segundo. Mi opinión, que no deja de ser muy personal, es que hay un cambio radical entre los dos y en ese cambio pesa el proceso de la enfermedad.

-¿Qué cambios observa usted entre un libro y otro?

-El primero es un libro muy abigarrado, yo diría que muy barroco, influido por la poesía de Curros. El segundo es un libro mucho más abierto, más vitalista. Creo que es un libro muy moderno y que la poesía gallega necesitaba esa modernidad.

-En su obra, Pereiro habla de un momento de resurrección anterior a ese segundo libro.

-Yo creo que la lucha contra la enfermedad es la que le hace ser más vitalista. En ese poemario, como en Conversa ultramarina, se ve el espíritu de Lois Pereiro. Los diarios son muy positivos. Él era un hombre pesimista, pero con muchas ganas de vivir. Él no se quería morir, luchó contra la muerte hasta el último momento.

-¿Cómo fue su relación con el poeta?

-Lois fue un magnífico enfermo. Siempre siguió mis instrucciones, un paciente que confía en su médico. También tenía mucho ánimo y confianza en mejorar. Hay que recordar que, a pesar de que la enfermedad le atrofió la musculatura y le dificultaba la posibilidad de caminar, viajó mucho, lo que dice mucho de su ánimo. Él venía y me pedía permiso para viajar.

-¿Se puede decir que había empatía entre médico y paciente?

-Sin duda. Era un hombre muy callado. Le gustaba que le dijera que iba a mejorar si se cuidaba un poco y él se cuidaba. Pero, curiosamente, nunca hablamos de literatura. No salió. Me trajo sus libros firmados y yo tenía noticias de él por otra gente que no sabía que era su médico.

-¿Cómo soportó las dificultades del tratamiento?

-Digo que este año no se le está reconociendo a la madre todo lo que hizo y cómo le ayudó a pasar la enfermedad. Puede ser que las madres queden siempre en segundo plano, pero me llama la atención que en las biografías sobre Lois, su madre no tenga mayor papel. Lois llevó bien el tratamiento e incluso las hospitalizaciones y creo que nunca identificó el hospital como un espacio de muerte, más bien al contrario.