El nobel de literatura nació el mismo día que Amancio Ortega, que ayer fue su cicerone en las instalaciones de Inditex en Sabón.
10 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.La visita de Vargas Llosa por espacio de unas horas ayer en A Coruña, a pesar haber sido disfrutada por unos pocos, fue todo un acontecimiento: no todos los días un premio Nobel viene a la ciudad. El escritor peruano, que también tiene la nacionalidad española, participó en una charla coloquio titulada La vocación y la vida. La conferencia forma parte de las que cada cierto tiempo organiza Inditex para sus trabajadores, y en las que han participado desde periodistas hasta físicos nucleares.
La de Vargas Llosa giró en torno al papel de la vocación en el desarrollo personal y laboral. El escritor, que ha generado polémica entre los círculos más progresistas de la literatura por su defensa del libre mercado y otras ideas de derechas, ya participó en 1997 en un café de redacción en La Voz de Galicia, cuando, como ahora, valoró a la comunidad autónoma como la retratada por Valle-Inclán.
Hace solo cinco meses la Academia Sueca otorgó al autor el Premio Nobel de Literatura, que ya prácticamente no esperaba tras años siendo favorito. Según el jurado, el premio le fue concedido «por su cartografía de las estructuras del poder y sus mordaces imágenes de la resistencia individual, la revuelta y la derrota». Y aunque es feliz con la cereza en el pastel de una serie de premios recibidos a lo largo de su carrera, manifestó, mitad en broma, mitad en serio, que está «impaciente por que venga el próximo nobel» a relevarle.
Agenda apretada
No es para menos. Desde entonces lleva una agenda que lo mantiene solo pocas horas en cada sitio. «El nobel genera una curiosidad hacia el premiado terriblemente invasora, que al principio es halagadora, pero luego se convierte en una pesadilla», dijo, y aclaró que es la primera vez en su vida que no puede mantener su estricta rutina de escribir.
En una disertación con claro aire autobiográfico, dejó claro que «la mayor fuente de infelicidad» es que «las personas no puedan dedicar su vida a aquello que les gusta». Así, empezó a contar su historia desde el día de su nacimiento, un 28 de marzo de 1936 en Arequipa (Perú). El mismo día en que a diez mil kilómetros, en León (España), nacía Amancio Ortega, fundador de Inditex, con quien compartió ayer en la empresa, y a quien dedicó un elogio: «Debe ser maravilloso mirar el mundo a tus 75 años y decir: ??Estamos en los cinco continentes con algo que hemos creado en este pequeño rincón de Galicia??».