Muere Liz Taylor, la última estrella de Hollywood

victoria toro NUEVA YORK / CORRESPONSAL

CULTURA

La actriz falleció en Los Ángeles a los 79 años por una insuficiencia cardíaca

24 mar 2011 . Actualizado a las 11:23 h.

Elizabeth Taylor murió ayer en Los Ángeles a los 79 años. La actriz llevaba dos meses ingresada en el hospital Cedars Sinai, de Los Ángeles, a causa de una insuficiencia cardíaca que le había sido diagnosticada en el 2004.

Taylor lo había vivido casi todo y mucho antes que el resto. Fue un único nombre con su gran amor, Dickenliz (una contracción de Dick, el apodo de Richard Burton, y Liz, el suyo) muchos años antes que Brangelina; fue también la primera actriz en ganar un millón de dólares cuando rodó Cleopatra en 1963; fue objetivo de los paparazis durante decenas de años; fue criticada incluso por el Vaticano por sus amores, tuvo ocho maridos, cuatro hijos, nueve nietos. Todo en su vida parecía excesivo y eso mismo decía ayer su hijo mayor, Michael Wilding, cuando anunció su muerte: «Mi madre fue una mujer extraordinaria que vivió su vida al máximo, con enorme pasión, humor y amor».

Era la última de las grandes estrellas de la época dorada de Hollywood y una de las más hermosas, aunque su dos veces marido, Richard Burton, declaró que «decir que es la mujer más bella del mundo es una tontería absoluta. Es cierto que tiene unos ojos preciosos, pero tiene papada doble, el pecho demasiado grande y las piernas un poco cortas». Quizá era cierto, pero también lo era que fue la más bella del mundo para casi todos.

Había nacido en Inglaterra de padres estadounidenses que volvieron a Norteamérica cuando ella era aún una niña. Su madre, que había sido actriz, impulsó la carrera de su hija desde que esta fue muy pequeña y consiguió que Elizabeth, que es como se llamaba a sí misma porque odiaba el apodo de Liz, se convirtiera en una estrella infantil con 12 años cuando rodó la película National Velvet, en 1944. Tras una serie de comedias infantiles, logró convertirse en una actriz adulta respetada. Ayer, el New York Times recordaba que una pregunta muy frecuente sobre esta mujer era: «¿Es posible que una mujer tan increíblemente hermosa sea también una buena actriz. La respuesta es, por supuesto, sí».