En su libro Brandariz prosigue con la exposición de datos y referencias que ahondan en la procedencia de Cervantes del noroeste peninsular. «Antes de la Guerra Civil, un botánico leyó un discurso de ingreso en la Real Academia Española en el que demostraba que el 70% de la flora que se cita en el Quijote no existe en la Mancha, como las hayas o los castaños, por ejemplo», detalla el investigador, quien además propone una ubicación concreta para la ínsula Barataria: Benavente. Este emplazamiento se justifica con datos como las campanas de Sansueña, el toro enmaromado o la presencia de Lope de Rueda en la localidad.
Brandariz también cree que cuando Cervantes escribe «En un lugar de la Mancha», se refiere a «lugar» con la acepción de pequeño núcleo habitado que se le da en Galicia. La frase cervantina continúa con el célebre «de cuyo nombre no quiero acordarme». Brandariz cree que Cervantes ocultó información esencial sobre su biografía, y que «mancha» le permitió establecer un juego de palabras con su posible condición de nuevo cristiano. «Es cierto que cita lugares que pertenecen inequívocamente a la Mancha, pero las descripciones no se ajustan a la realidad», concluye.