Vargas Llosa: «Una novela puede cambiar el curso de la historia»

Miguel Lorenci MADRID/COLPISA.

CULTURA

El escritor peruano reivindicó el papel de la ficción como un placer y una forma de lucha contra las dictaduras

09 dic 2010 . Actualizado a las 11:51 h.

La ficción nos hace mejores y más libres. «Sin ella seríamos menos conscientes de la importancia de la libertad». Lo dijo Mario Vargas Llosa en su brillante y emotivo discurso de aceptación del premio Nobel de Literatura ayer en Estocolmo, que celebra la Semana del Nobel y que se cerrará el viernes con la entrega del premio por parte del rey Carlos Gustavo de Suecia.

El galardonado escritor peruano-español de 74 años, repasó su peripecia personal, literaria y política. Condenó, ante una audiencia que la televisión hizo millonaria, la tiranía allá donde se halle y de cualquier color y forma. Rememoró este ciudadano del mundo su viaje del marxismo al liberalismo. Citó a las decenas de escritores, pensadores y dramaturgos que forjaron su vocación literaria y su ideología. Habló de su fascinación por la primera Cuba revolucionaria, pero fue para condenar el fanatismo como el gran peligro de nuestros días, a su juicio capaz de acabar con nuestra civilización mediante un cataclismo nuclear.

En la parte más literaria, agradeció las enseñanzas a sus maestros: «Al Flaubert, que me enseñó que el talento es una disciplina tenaz y una larga paciencia»; y al Faulkner que le mostró «que es la forma lo que engrandece o empobrece los temas». Elogió también a Martorell, Cervantes, Dickens, Balzac, Tosltoi, Thomas Mann, Sartre, Camus, Orwell o Malraux, solo unos cuantos de los muchos talentos con los que se sentía en deuda.

Y, ante todo, defendió el derecho, el vicio, y la pasión por la literatura y la ficción como motores del progreso. «Sin las ficciones seríamos peores de lo que somos, sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos inquietos e insumisos, y ese espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría», dijo un Vargas Llosa convencido de que «una novela, una obra de teatro, un ensayo pueden cambiar el curso de la historia». «La literatura crea una fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras que erigen entre hombres y mujeres la ignorancia, las ideologías, las religiones, los idiomas y la estupidez», sostuvo.

Vargas Llosa erigió el arma de la literatura contra fanatismos, tiranías o dictaduras. «Quienes dudan de que la literatura, además de sumirnos en el sueño de la belleza y la felicidad, nos alerta contra toda forma de opresión, pregúntense por qué todos los regímenes empeñados en controlar la conducta de los ciudadanos de la cuna a la tumba la temen tanto que establecen sistemas de censura para reprimirla y vigilan con tanta suspicacia a los escritores independientes». «Saben el riego que corren dejando que la imaginación corra por los libros», dijo el nuevo nobel.