Fallece el decano de los compositores gallegos, Carlos López-García

César Wonenburger

CULTURA

Exiliado en Buenos Aires, estudió en París y fue alumno de Darius Milhaud y Olivier Messiaen

26 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

La pasada Nochebuena falleció a los 87 años el decano de los compositores gallegos, Carlos López-García Picos, después de una larga enfermedad que en el 2006 ya le había impedido asistir al estreno de una de sus últimas obras orquestales, In memóriam de una lucha fratricida, en A Coruña. La guerra estuvo siempre muy presente en su vida, desde que en 1939 decidió abandonar su villa natal, Betanzos, para seguir a su padre, exiliado desde tres años antes en Buenos Aires.

Ayer el conselleiro de Cultura, Roberto Varela, lamentó la pérdida del fundador de la Asociación Galega de Compositores, institución de la que fue su primer presidente y principal promotor desde su regreso a Galicia, en 1984. «Con López-García perdemos a uno de nuestros músicos más universales, un hombre que permaneció en el olvido más tiempo del aconsejable por la calidad, la variedad y la riqueza de su obra; un creador que estuvo en contacto con las vanguardias en Francia, donde fue alumno de Milhaud y Messiaen, y en Argentina, y que una vez dijo: «Se puede estudiar en cualquier parte, pero la importancia de viajar al extranjero reside en la posibilidad de trabajar con los grandes maestros e intentar escribir obras tan complejas como aquellas que admiras». «Él lo logró y su ejemplo debe servir para poner en valor la obra de nuestros compositores de hoy, quienes viven aquí y los que trabajan fuera. Ese, desde luego, es nuestro objetivo», expresó Varela.

Carlos López-García, que había nacido el 19 de octubre de 1922, dio sus primeros pasos musicales en Betanzos, formando parte de la banda municipal, en la que su padre, José Luis López Picos, tocó el clarinete y el saxofón desde 1917. De ahí, quizá, surgiese su amor por los instrumentos de viento, que quedó plasmado en su variado repertorio de cámara, con obras tan importantes como sus Moni-Tonadas y Josi-Tonadas, escritas a su regreso Galicia. Después de instalarse en Buenos Aires, donde alcanzó un éxito relevante con el estreno de su ballet La farsa de la búsqueda, que llegó a la programación del Teatro Colón bajo la dirección de Mauricio Kagel, representó a Argentina en los Encuentros Internacionales de Música Contemporánea con Sindy, una de sus principales composiciones para orquesta. Y tras ser becado por ese país estudió durante seis años en París con Pierre Wissner, Tony Aubin y Darius Milahud; además de recibir enseñanzas de Olivier Messiaen y Henri Dutilleux.

De vuelta en Argentina, en 1964 se hizo cargo del coro Os Rumorosos del Centro Brigantino de Buenos Aires, hizo amistad con Luis Seoane, compuso algunas de las partituras más significativas de su catálogo (Interferencias, Elegía para un soldado, Marsya?) y promovió la fundación de la Asociación de Jóvenes Compositores de Argentina.

Cuando en 1984 regresó a Galicia y se instaló en Betanzos, uno de sus primeros impulsos fue crear la Asociación Galega de Compositores, fundada en 1987, para lo que contó con la entusiasta colaboración de una nueva generación de músicos gallegos entre los que se encontraban Paulino Pereiro, Margarita Soto o Manuel Balboa.