Analizan las pinturas de la bóveda de la catedral de Santiago

Concha Pino

SANTIAGO CIUDAD

La estructura fue reparada con hormigón en el siglo XX

24 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

En el proyecto de restauración y conservación preventiva del pórtico de la Gloria y de las pinturas de la bóveda de la capilla mayor de la catedral de Santiago, que se lleva a cabo con el patrocinio de la Fundación Barrié, es vital la puesta en común de los distintos equipos de expertos que intervienen desde que se inició la fase de estudios y análisis del conjunto escultórico y de la policromía hace menos de un año, y que no acabarán hasta finales del 2010. La responsabilidad de coordinación es de la restauradora Concha Cirujano, del Instituto del Patrimonio Cultural de España, en calidad de directora técnica de todo el proceso.

La parte de la ambiciosa y compleja intervención que afecta a las pinturas de la bóveda sobre el altar y el baldaquino se interrumpió en la pasada primavera, cuando se detectó que hay hormigón en la cubierta, fruto de intervenciones realizadas en los años cuarenta y sesenta. Pero antes de decidir analizar esa estructura y si se mantiene o no, los responsables del proyecto han retomado esta misma semana los estudios en la bóveda. El objetivo, explicó Concha Cirujano, «es ver la relación que pueda haber entre el actual deterioro y la existencia de una cubierta que no ventila y la incidencia de los materiales que se utilizaron». Aclara, no obstante, que por los datos históricos «está claro que la bóveda sufre un deterioro antiguo, anterior a la cubierta de hormigón, por lo que no todo puede estar provocado por eso. La cubierta en origen tampoco era ventilada. Tenía un relleno de morteros y capas de barro».

Tienen documentación fotográfica de la cubierta, y Concha Cirujano asegura que se plantean «ver si hay zonas huecas, y si las filtraciones que hubo y originaron esa intervención a mediados del pasado siglo están subsanadas. Desde abajo hay un foco muy evidente, que está relacionado con la posición que tiene la Cruz dos Farrapos».

La restauradora insiste en que, igual que en el pórtico, es necesario saber las causas antes de intervenir: «Hay que conocer el proceso que se está produciendo, porque hay eflorescencias de sales que van desprendiendo la capa de policromía, y pueden ser la razón de las manchas blanquecinas. Si hay una causa determinante en el estado de conservación hay que predecirla. Lo más prudente es ver que está pasando».

Decidieron aprovechar los tres andamios colocados en parte de los riñones y en el centro de la bóveda para la monitorización de las condiciones ambientales, para tomar muestras y estudiarlas. «Nos pueden dar la pauta para tener un conocimiento exacto y plantear de manera más precisa la profundización en algún aspecto». Van a identificar las sales y su origen, así como recoger muestras de las capas de policromía de las distintas épocas. Repetirán las termografías que hicieron en mayo «para hacer un mapa de sales y comprobar cómo se distribuyen en profundidad, si están por delante de la capa pictórica y qué movimiento interno puede haber en el sistema poroso de la piedra».