En Primavera, el cocido da paso al cachopo

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

El bar vigués que comenzó su historia el siglo pasado y atesora una colección de platos de cerámica en sus paredes, es uno de los referentes del plato estrella invernal que relevan con alternativas más frescas

09 jun 2023 . Actualizado a las 08:36 h.

Que la primavera dure más de un siglo es un caso único e inusual que se da en Vigo en forma de fenómeno hostelero. El nombre del local, obviamente Primavera, es el mismo desde que hay registros de su existencia, pero el establecimiento ha ido adaptándose a los tiempos en cuanto a tendencias gastronómicas y estilos de vida. Desde hace ocho años está en manos de Lino Bouzó y Sandra Rodríguez. Ambos aprovecharon la oportunidad de hacerse con su primer negocio propio cuando a sus anteriores responsables, Esther y Alfonso, les llegó la edad del retiro, pero no querían dejar su bar de toda la vida en manos del primero que llegase. Preferían que se mantuviese el espíritu de un espacio donde el ambiente familiar siguiera haciendo sentirse a la clientela como en casa. Y así ha sido. La amistad de sus hijos con Lino propició el acuerdo con los nuevos encargados de la que la primavera siguiera siendo una estación de cambios beneficiosos para la renovación del ambiente. En este ínterin del traspaso de poderes, les contaron la historia de local hasta donde les llevó la memoria: «Ellos recuerdan que llevaba con los anteriores dueños desde antes de la guerra, y saben que había otros antes, pero de aquellos ya no se sabe nada», lamenta Sandra, que añade que la estructura nunca se modificó y la barra es la original de los años 30, con alguna modificación puntual por la rotura de algún azulejo. Porque si algo tiene el Primavera es esa pátina de tasca antigua, de cuando los bares olían a tabaco y a fritura y nunca había prisa por marchar. Esa parte olfativa, afortunadamente, es la única que no se echa de menos. En el antiguo Primavera se freían pescaditos frescos, filetes con patatas y platos de cuchara que tenían la genialidad de lo cotidiano.

Con Sandra, formada en la escuela de cocina Carlos Oroza de Pontevedra, la carta se refinó sin olvidarse de los sabores de siempre, apostando por clásicos que nunca fallan sobre la mesa. Además del menú diario, elaborado en sintonía con el mercado, el Primavera es uno de los establecimientos der Vigo a los que se acude en temporada a disfrutar de unas generosas raciones de cocido, que de octubre a abril, se despachan cada viernes en dos turnos que se llenan a buen ritmo y si hubiera tres, también. En el invierno también tiene día fijo para los callos, que tocan los sábados, pero cuando entra la primavera en el Primavera, se sustituyen por opciones más frescas. «Ahora estamos haciendo cachopos todos los viernes, —de jamón y queso y de tres quesos—», informa; y de lo demás no hay nada inmutable, pero se rigen por platos que pegan más cuando el calor aprieta, como las ensaladillas, ensaladas, etcétera.

Mientras Sandra se ocupa de la cocina, Lino, que venía de la hostelería nocturna y de otros platos (los de Dj) se centra en el trabajo de sala, labor a la que se incorporó después del primer intento fallido de su pareja con una socia que «no cuajó», explica. En el Primavera, además de menú del día de martes a viernes y carta en la que predomina el tapeo para el fin de semana, también les gustan los platos sobre los que se come. Una gran colección formada por adquisiciones propias pero sobre todo, de clientes, se expande por la pared aunque actualmente ha tenido que replegarse debido a las vibraciones generadas por las obras en el edificio contiguo para instalar un ascensor. Los comensales de la casa ya saben que cuando están lejos y ven alguna pieza interesante, se la llevan a Lino y Sandra en la maleta para ese pequeño museo del plato primaveral. Entre las rarezas, la chef destaca los de Diana de Gales y otros miembros de la Royal Family, y una serie muy historiada, con centollos que brotan de la cerámica en 3D.

La mano para los fogones de Sandra, que comenzó su vida laboral en La Oca y pasó por La Cerilla y el restaurante del museo Marco con Miguel Oliveira, se nota en la tercera o cuarta vida del local que es un asiduo al concurso de tapas O Petisquiño, en el que lograron destacar en varias ocasiones.

Lo que también cambió a lo largo de los años ha sido el entorno. El bar está en pleno corazón del antiguo parque de la Ronda de Don Bosco, que fue reformado para convertirse en una plaza escalonada de granito con la que, según confiesan, están «mucho mejor que antes» aunque echan de menos que en el diseño se hubieran acordado de poner más árboles.

Desde 1978

Dónde está

Ronda de Don Bosco, 17. Vigo