«O lume metía moitísimo medo»

Luis Carlos Llera Llorente
luis carlos llera PONTEAREAS / LA VOZ

PONTEAREAS

Extinguen los fuegos que quemaron 371 hectáreas y llegaron al barrio de Mouro

26 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«O lume metía moitísimo medo», señala Manuel Caetano Groba. Tiene respeto al fuego a pesar de que antes de jubilarse trabajó como forestal. Las llamas de los tremendos incendios que asolaron Ponteareas desde el lunes por la noches llegaron a escasos metros de su casa, situada en el barrio de Mouro, una pequeña aldea situada arriba en el monte. «As brasas voaban por enriba do tellado», relataba ayer más tranquilo tras una noche de angustia.

En el lugar donde vive Manuel Caetano, con su hijo sordomudo y su mujer, el viento alcanzó los cien kilómetros por hora. Debido al vendaval, el frente de fuego subió por la montaña y llegó prácticamente a escasos metros de varias viviendas. Aún más cerca de las llamas estaba la casa de su vecino, ausente en ese momento porque entre semana reside en Vigo .

Manuel Caetano y su familia se pasaron toda la noche refrescando el entorno de su vivienda para protegerla. «Estivemos toda a noite sen durmir», rememoraba ayer al mediodía, más descansado de la dura jornada anterior.

También se mostraban más relajados los miembros de las brigadas que desarrollaron un intenso trabajo en Ribadetea y Padróns desde el lunes por la noche. El despliegue de medios fue colosal. El fuego de Padróns empezó sobre las diez y media de la noche del lunes y en su extinción trabajaron once helicópteros, 19 brigadas, siete agentes y cinco personas más incluida un técnico.

El de Ribadetea se inició a las cuatro de la madrugada del martes y convocó en el monte a quince agentes forestales, otras quince brigadas, once motobombas y dos técnicos.

Los medios fueron desplazados desde toda Galicia y llegaron efectivos desde lugares tan alejados como Lugo. Como el personal resultaba insuficiente, el Ejército de Tierra movilizó a la Unidad Militar de Emergencias, que contribuyó a apagar los rescoldos que se prodigaban y revivían en cuanto volvía a soplar el viento del noroeste.

El despliegue de medios provocó efectos colaterales. «As miñas ovellas estaban asustados co ruido dos helicópteros e estiveron arrinconadas es sen comer durante un día», aseguraba Manuel Caetano, al que le duele particularmente lo sucedido, puesto que durante los años que trabajó como forestal repobló muchos montes cercanos a su casa que ahora se han visto consumidos por las llamas, que se extendieron hasta el límite de Xinzo.

El alcalde del municipio, Salvador González Solla, ha lamentado la desgracia y ha apuntado que los siniestros han sido intencionados. El balance ha sido trágico, 371 hectáreas. El PSOE y Compromiso piden explicaciones.

Las escenas de mayor peligro se vivieron en Mouro. Afortunadamente un riachuelo que pasa por la zona sirvió de cortafuegos e impidió que las llamas llegasen a más casas. No obstante, las pavesas sobrevolaban el cielo irrespirable por el humo. «As cascaras dos eucaliptos facían voltas polo aire e voaban sobre as casas», relata un vecino.

En el barrio de Cillarga, Celia Álvarez, que trabajó durante años en viveros, reclamaba la contundencia de antaño. «Antes nós nos metíamos no fogo para apagalo, agora non o fan». Las medidas de seguridad y la precaución mandan.