«Resucitan» a un ahorcado en Vigo y se lía a patadas con sus rescatadores

E.V.Pita VIGO

VIGO

Oscar Vazquez

Hicieron falta cuatro policías para reducir al joven al que acababan de salvar «in extremis»

06 jul 2016 . Actualizado a las 00:44 h.

Los bomberos y policías vieron desde un orificio de un garaje de Coruxo (Vigo) cómo un joven de 120 kilos de peso con problemas mentales realizaba los preparativos para tensar la soga para ahorcarse y, poco después, pataleaba en el aire. Este se había encerrado y bloqueado las puertas tras despedirse de su novia, con la que acababa de discutir. En una acción desesperada, los bomberos reventaron la puerta con una pinza de excarcelación y arrancaron con la mano la chapa hasta abrir por debajo un pequeño hueco, suficiente para que se colase un policía. Cuando entró en el garaje, el joven colgaba inerte. ¿Habían llegado tarde?

La operación de rescate fue compleja porque el suicida había advertido a su novia de que si veía merodear agentes se ahorcaría. «Aparcamos el coche patrulla a 50, 100 o 200 metros para que no nos viese», relató ayer uno de los agentes. Los bomberos llegaron después con la pieza hidráulica. El agente que espiaba al individuo encerrado avisó de que ya estaba pataleando suspendido en el aire. «Intentamos con todas las fuerzas, tanto los bomberos como nosotros, doblar la puerta con la pinza hasta que abrimos un pequeño hueco y entró un patrullero. Pero este fue incapaz de sostener en brazos al ahorcado, de gran complexión, y cortar la cuerda con su navaja», relató un agente. La madre del joven, de 30 años, se interponía en las tareas de rescate y la «empujamos a un lado», dados los nervios.

Los bomberos agarraron el cuerpo, cortaron la soga y lo bajaron al suelo. «Comprobamos las constantes vitales. En un primer momento no respondía, si bien al hacerle un compañero presión en el cuello empezó a jadear y vimos que intentaba respirar», recordó ayer un policía. Iniciaron las tareas de reanimación para estabilizar las vías respiratorias. Había esperanzas. Tras cinco minutos de jadeos, el joven volvió en sí.

Pero el resucitado, lejos de agradecer la ayuda humanitaria, se revolvió y pataleó para todos lados, prestando gran resistencia a los policías que le acababan de salvar. El hombre, fornido y grueso, solo pensaba en agarrar las cuerdas y colgarlas otra vez en el techo. Fueron necesarios cuatro agentes para sujetarlo de pies y manos en el suelo, dada su enorme envergadura. Le envolvieron las piernas con cinta de embalar para evitar que sus patadas hiriesen a alguien. Los sanitarios le administraron tranquilizantes y aun así seguía forcejeando contra los agentes que lo tenían casi reducido. Finalmente, una ambulancia lo trasladó a una unidad psiquiátrica de un hospital.

Esta acción humanitaria ocurrió a las 10 de la mañana del pasado 14 de junio en Vigo pero la comisaría la dio a conocer ayer. En el dispositivo conjunto actuaron 4 policías y 6 bomberos. El sindicato policial SUP los felicitó y solicita el máximo reconocimiento para los intervinientes.

«La intervención fue un estrés total, pero lo mejor es la sensación cuando te vas a casa»

Los agentes Milo, Vila y Balde y el cabo Romero de los bomberos actuaron a ciegas porque solo podían ver lo que pasaba en el garaje a través de un minúsculo orificio de un ventanuco. Su ángulo solo les dejaba observar el tórax del joven. «Si no hubiesen llegado los bomberos, no habríamos podido entrar porque la puerta estaba bloqueada», dijo un rescatador. «En el momento de la actuación fue un estrés total, el tiempo, cuando necesitas que venga alguien, se te hace largo y cuando necesitas que sea largo se te hace corto y lo mejor es la buena sensación con la que te vas a casa», dijo un agente.

La coordinación conjunta entre policías y bomberos fue sencilla, «cosas del día a día, de la práctica de hablar entre nosotros y cada uno hacer su trabajo», dijo un rescatador. Se colocaron en brazos y rodillas para doblegar al recién ahorcado que quería repetir su acción. «Lo sujetamos con cuidado para no lesionarlo, fue una situación complicada porque no era un delincuente», dijo. Los agentes estaban preparados para actuar con psicología en situaciones tensas de este tipo, que se resuelven con conversación, pero «esta vez él había bloqueado la comunicación bidireccional». La familia contó que el joven, con brotes psicóticos, nunca intentó suicidarse.

«La crisis no afectó»

Fuentes de la comisaría señalaron que en los últimos años las intervenciones de este tipo, para evitar suicidios, se han mantenido estables. «No hemos apreciado que la crisis haya influido en estos intentos», dice un experto.