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Con la oficina en la cafetería

Alfonso Andrade Lago
alfonso andrade REDACCIÓN / LA VOZ

OCIO@

Benito Ordoñez

El wifi transforma el café en biblioteca: Rosa corrige exámenes, Miguel-Anxo escribe libros y Lucía e Irma, taza en mano, estudian la carrera

26 may 2014 . Actualizado a las 19:14 h.

La conexión inalámbrica a Internet está cambiando el perfil de las cafeterías gallegas. Algunas compiten con las mejores bibliotecas y reciben a diario a trabajadores y estudiantes que, con la vista en la tableta y una taza de café en la mano, realizan allí su tarea. Los motivos abundan: wifi gratuito, dificultad para concentrase en casa, la comodidad de estar siempre atendido...

Rosa Fernández es profesora de inglés en la Escuela de Idiomas de Carballo. La Voz la localizó en la terraza del Pazo da Cultura... con su café y su tableta, claro. «En las cafeterías corrijo exámenes, preparo clases y hago todo lo relacionado con mi trabajo», explica. ¿Por qué en medio del bullicio? «Precisamente porque me aísla ese bullicio -responde-. Y si está a rebosar, mejor aún». De hecho, el Mundial de fútbol que ganó España la pilló «preparando oposiciones». El jaleo de los goles le vino «de maravilla».

En casa está «pendiente de todo lo que pasa», mientras que en la cafetería «es el camarero el que se ocupa», y eso «es una comodidad» que le ayuda a centrarse.

Conectada a la Red por wifi, «imprescindible», cuatro horas de café se le pasan en un suspiro, aunque admite que a muchas personas «les llama la atención» verla allí tanto tiempo. En ese sentido envidia a los londinenses: «Vengo de allí y hay locales que están divididos ya con muretes para que nadie te moleste».

Madre e hija

Rosa es la responsable de que su hija Irma Moreno se haya sacado el bachillerato, la selectividad, un curso de azafata de vuelo y primero de Realización de Audiovisuales y Espectáculos en el Hándicap Cero de A Coruña. «Lo del gusanillo se lo debo a mi madre», admite Irma, que a su vez ha reclutado ya a varias amigas, hoy incondicionales de esta modalidad del café con tableta.

«La gente cree que así no me concentro, pero es que yo no puedo estar todo el rato haciendo una cosa. Necesito parar, hablar con alguien, ver un momento la tele... Eso lo tengo aquí». Pero hay un segundo motivo igual de potente: «La wifi en la biblioteca va como va, y aquí funciona de maravilla». En época de exámenes, Irma hinca los codos unas cinco horas diarias.

El escritor gallego Miguel-Anxo Murado es una de las grandes autoridades de España en la materia, como lo demuestra la reciente publicación de su libro Escrito en cafeterías (Galaxia). En él recoge los artículos que, bajo ese cliché, publicó durante casi diez años en La Voz de Galicia.

El efecto wifi desaparece en su caso, pues Miguel-Anxo se confiesa amanuense en sus diarios coqueteos con la taza y la cucharilla. «Bueno, pero tomo café porque es lo más cómodo de pedir, tampoco es que apasione», matiza.

El motivo de sus visitas a los madrileños HD y Café Comercial es evitar distracciones. «Me distraen los libros que tengo en casa, ver la tele... Y además el trabajo de escritor es muy solitario y en casa estaría solo», argumenta. Sus libros, artículos y guiones nacen entre sorbos de café y charlas con los camareros. «La universidad está cerca -explica-, así que creen que soy profesor. Pero no los desengaño porque está muy bien», bromea. En su oficina de mesa y mantel, la estancia no baja de tres horas diarias, por la mañana o por la tarde.

Con vistas a la playa

Ama de casa y madre, que ya no es poco, Lucía Guisasola ha tenido el coraje de sacarse la carrera de Psicología por la UNED. Está en quinto curso y confía en acabarla este año. Su centro logístico lo ha montado en la cafetería del hotel Rías Altas, en Santa Cristina (Oleiros). «Aquí tengo wifi, tranquilidad, vistas a la playa, facilidad para concentrarme y un trato maravilloso. Estoy como en casa y los quiero un montón», comenta mientras deja a un lado su tableta.

La universidad «ha cambiado mucho», explica. Hoy es fundamental la conexión a Internet «porque cada asignatura tiene su propio foro, con grupos reales de trabajo y muchísimas prácticas». Hasta el contacto con los profesores es on-line. Lucía se lo ha currado. En época de exámenes estudia «hasta sábados y domingos, unas tres horas». Cree que tal y como están las cosas lo tendrá difícil para encontrar trabajo, «pero esto es un logro personal, algo que no hice en su día y que estoy a punto de conseguir gracias a este sitio», se enorgullece.

Apenas dos mesas más allá despliega su tableta Sergio Noguerol, técnico comercial de ventas de material industrial en una empresa alemana. «Hace poco nos dieron un iPad y un pincho telefónico para fomentar la movilidad, y aquí estoy». A lo largo del día anda «buscando huecos para escribir en las cafeterías». Es mejor que dejarlo todo «para las ocho de la tarde, cuando hay que bañar a los niños».