Rumbo a O Carballiño para comer con amigos, pulpo en la Fuchela, e interactuar con peñas deportivistas antes del partido.
Como anécdota, lo que pasó con la peña de Verín, para ellos el mejor desplazamiento del año, estaban en casa prácticamente, cuando las miradas se fijaban en un aficionado, sonrojado y risueño, todos se reían y le animaban a decirme lo que tanto deseaban. Y es que Andrés discrepa y mucho de lo que opino del Dépor y de Mackay, imposible no reírnos y asegurarle que le nombraré en mi próxima aduanada.
Humo verde en los aledaños de Espiñedo, y en cuanto se fue el sol, el frío más profundo y húmedo de este invierno, como si estuviésemos más allá del muro en el mundo de George R. Martin.
Nos sentamos cerca del banquillo del Dépor para sentirlo, y la experiencia fue muy reconfortante. Como jugador siempre me gustaron los entrenadores que están activos durante el partido, pero no llegan a ser invasivos, los que transmiten con gestos y palabras cargadas de connotaciones positivas y no con mensajes imperativos o de reproche.
Idiakez hizo lo primero, desde ser el primero en sentir el mazazo del gol verde y también en animar a Pablo, a pesar de sentir muy de cerca el finiquito. Los seres humanos por antonomasia sacan su peor versión en los malos momentos, si esa versión de Imanol era la peor, tenemos un tesoro en el banquillo. Los goles de Davo no son más que el resultado de confiar en un jugador y darle los minutos para que aparezca cuando tiene que hacerlo.
El segundo gol, un golazo, me sirvió para ver lo que ya intuí a lo largo de la temporada y más durante el partido, ya que todo el banquillo salió al campo y se formó una piña azul y amarilla alrededor del míster. Todos lo celebraron con él y por el. Es este lenguaje gestual y conductual el que habla por sí solo.
Por muchos palos que me lleve, moriré con mi opinión, Imanol Idiakez es el entrenador que necesita el Deportivo, y deseo que dé con la tecla más pronto que tarde. Ahora bien, también considero que el equipo pasa por dos grandes decisiones para conseguir el ansiado ascenso: la primera, dejar de dar oportunidades a quien no las está aprovechando y, la segunda, acertar con las altas y bajas en el mercado invernal, y es aquí donde vuelve a entrar en escena Soriano y no puede fallar.