Mauro Silva: «Es imposible olvidarse de lo que me han dado en A Coruña»

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade LA VOZ / A CORUÑA

TORRE DE MARATHÓN

Mauro, con Zidane en el Centenariazo
Mauro, con Zidane en el Centenariazo JUAN LAZARO

Casi diez años después de su despedida, Mauro Silva renueva su vínculo con el Deportivo y la ciudad en la que floreció como uno de los mejores centrocampistas defensivos del mundo

09 feb 2015 . Actualizado a las 13:56 h.

El próximo 22 de mayo se cumplirá una década desde que colgó las botas uno de los cuatro campeones del mundo que ha tenido el Dépor en su dilatada historia: Mauro Silva. El brasileño se asoma a esta ventana del deportivismo en Internet que es Torre de Marathón, para dejar sus impresiones sobre la delicada temporada que le toca vivir al club coruñés, sobre la violencia en el fútbol o sobre el Mundial que se disputó hace unos meses en su país. Pero sobre todo, para renovar su vínculo con la ciudad y con el club al que se entregó durante trece campañas y para el que conquistó todos los títulos que posee.

-¿Está siguiendo la temporada del Dépor?

-No todo lo que quisiera, porque no siempre puedo ver los partidos. Pero desde luego he vivido con incertidumbre los momentos de mayor tensión, como la muerte de un aficionado en Madrid. Aquí en Brasil tuvo una enorme repercusión.

-¿Cómo interpreta usted toda esta violencia en torno al fútbol?

-La violencia es un problema de la sociedad y es triste que se traslade al fútbol. Por desgracia también sucede en Brasil. No son esos los valores del deporte; lo que se intenta transmitir es otra cosa. También desde el terreno de juego. Lo más importante es que no vuelva a ocurrir jamás.

-¿Y cómo se puede conseguir?

-El gran problema es la impunidad. Cuando el precio a pagar es alto, normalmente la gente se lo piensa mucho antes de actuar de esa manera. Hay que buscar las medidas más efectivas, como han hecho otros países. Inglaterra, por ejemplo, ha mejorado mucho. Tenemos que ser inflexibles. Después está la segunda parte, la que corresponde a los jugadores, al entrenador...

-¿Y qué responsabilidad tienen estos actores?

-El campo de fútbol debe ser un espectáculo, una fiesta; nada que ver con estas otras manifestaciones. Jugadores, entrenadores y directivos son responsables de conseguir eso y deben comprometerse contra la violencia, empezando por sus declaraciones, para no inducir nunca al aficionado a que les emule. Porque si su gran ídolo actúa de una manera incorrecta, él puede seguir su ejemplo. Es importante que los profesionales entiendan que cuanto más públicos son, más responsabilidad tienen ante la sociedad a la que representan. Todo el mundo puede cometer un error un día, decir algo inadecuado por la tensión que ha vivido en el campo. Pero uno, no dos ni tres. Y desde luego hay que saber pedir disculpas. Se puede hacer mucho desde dentro para que el fútbol sea únicamente una fiesta sin violencia, como el teatro o cualquier otra actividad.

-A lo mejor no ayuda tanta competitividad.

-Todos queremos ganar y hay que ser competitivos, pero la sociedad ya tiene suficiente violencia sin el fútbol. Los chavales conocen más a Messi o a Ronaldo que al primer ministro de Inglaterra y es responsabilidad de las estrellas transmitir los valores adecuados para crear una sociedad mucho mejor. Y es una responsabilidad inmensa. Hay que competir, sí, pero honestamente y sin faltar al respeto.

-Iglesias Villanueva, árbitro gallego de Primera División, dijo recientemente en una entrevista en La Voz: «Como futbolista honesto y que ayude al árbitro me quedo con Mauro Silva, que era un caballero y un espejo para los niños. Son personas que engrandecen el fútbol. Si preguntas a otros árbitros, también lo nombran porque era exquisito». Bueno, ¿qué le parece?

-¡Ah, pues qué alegría que diga eso [claramente emocionado], muchas gracias! La verdad es que siempre intenté colaborar en el campo porque tenía mucha amistad con Barros Botana, nuestro delegado, que había sido árbitro y al que le tengo mucho aprecio. Y siempre incidía en que todos presionan a los colegiados. La verdad es que he intentado ayudar en situaciones difíciles, y que ahora se acuerden de mí, después de tantos años, es muy gratificante.

-¿Cómo debe afrontar este Deportivo una temporada tan difícil como esta?

-Pues hay que hacer piña y estar muy unidos. La división favorece siempre a los rivales.

-¿Recuerda algún momento especialmente malo como jugador?

-Tuvimos una temporada floja en la que sufrimos bastante. Es verdad que no estábamos en descenso, pero pasamos bastantes agobios. Y ahí es cuando hay que buscar la unidad. Recuerdo que siempre insistía en el vestuario en que disfrutar y llevarse bien cuando todo va estupendo es muy fácil, pero que en la vida hay momentos duros y difíciles, y es ahí cuando uno conoce bien a las personas. En esos casos es importante medir bien lo que se dice, las declaraciones. Si un jugador tiene un problema puntual con el entrenador o con un compañero, es preferible que lo resuelva en el vestuario, porque airearlo solo genera mal ambiente. El mismo asunto adquiere otra dimensión cuando se hace público. Los seres humanos tenemos la tendencia a pensar de manera individual, pero en los momentos delicados, la clave es buscar lo mejor para el grupo.

Mauro Silva
«Ojalá el deportivismo pueda volver a disfrutar tanto como antes, le debemos mucho a esta afición»Mauro Silva

-El próximo 22 de mayo se cumplirán diez años desde que colgó las botas.

¡Buf! El tiempo vuela y, lamentablemente, no vuelve. Se amontonan los recuerdos de 13 años en los que fui muy feliz en el Dépor, con la consecución de títulos importantes para una ciudad que me encanta y en la que tengo muchos amigos... Pero la vida es eso, momentos malos y buenos. Cuando llegan estos hay que estar preparado para disfrutarlos intensamente. Fueron 13 años de una relación intensa: el ayuntamiento, los medios de comunicación, la universidad... A esta le debo la maravillosa iniciativa del campus que lleva mi nombre y que busca precisamente inculcar a los niños los valores del deporte, que son muchos. Ahora estoy en casa con mi familia, pero es imposible olvidarse de todo lo que me han dado en A Coruña. Ojalá el deportivismo pueda volver a disfrutar tanto como entonces, porque mucho le debemos a esta afición: Real Madrid, Barça, Milan... Nunca he visto una hinchada como esta, y el ambiente de Riazor ha sido clave en los éxitos del equipo.

-Coincidió en su época con Víctor Fernández, que entonces entrenaba al Celta. ¿Qué opinión tiene de él?

-Le conozco personalmente y le deseo lo mejor. Además, le tengo una gran admiración como profesional. Como entrenador, sus equipos siempre jugaron muy bien al fútbol y fueron muy ofensivos. En el Zaragoza ya hacía partidos espectaculares contra el Barça, y el Celta funcionaba de maravilla. Creo que ha estado siempre a un altísimo nivel.

-¿Cuál es su mejor recuerdo como futbolista del Dépor?

-No es fácil destacar un solo acontecimiento, pero creo que después de lo que nos pasó en la temporada 1993-1994, ganar la Liga en el año 2000 tuvo un gran significado porque pensábamos que jamás volveríamos a tener otra oportunidad. Pero llegó. Por supuesto que están las Copas, los partidos contra el PSG o el Milan en la Champions... pero quizá la Liga haya sido el momento de mayor intensidad.

CESAR QUIAN

-¿Cree que hay cierta similitud entre lo que le pasó al Real Madrid en el Centenariazo y lo que le sucedió a la selección de Brasil en el pasado Mundial? Me refiero al exceso de presión.

-Es posible. Siempre dije que el mayor enemigo de Brasil en el Mundial iba a ser la presión de jugar en casa ante su público. Cuanto mayor es la expectación, mayor es también la tensión. Una de las claves del Mundial que ganamos en 1994, en Estados Unidos, es que en aquel país el fútbol importaba poco y tuvimos una gran tranquilidad. En este último campeonato nunca vimos a Brasil jugar tranquilo, mover el balón. Es más, los futbolistas lloraban y rezaban en momentos en que normalmente uno está muy alegre, como al superar una tanda de penaltis. Cuando tocó jugar contra Alemania llegó el apagón emocional y el equipo se estrelló.

-Porque no parece que en lo futbolístico haya semejante diferencia entre las dos selecciones.

-Claro que no. Pero tanta tensión fue excesiva para un grupo joven, y el equipo se deshizo en el campo. En un conjunto de alto nivel te mueves en bloque: abres al atacar y recompones al defender. Así se juega al fútbol, todos juntos, pero Brasil no lo pudo hacer por una cuestión puramente emocional. Y Alemania encontró todos los espacios que quiso. Con buena intención, Parreira y Scolari dijeron aquello de que teníamos obligación de ganar, pero eso tensó excesivamente a los jugadores. Creo que el discurso debería haber sido el contrario, quitando responsabilidad.

-Después del Mundial se lo vinculó a usted con la «canarinha». ¿En qué quedó esa colaboración?

-Fue algo puntual, para dos partidos. Yo no estaba trabajando en el fútbol y fue una alegría que dos viejos compañeros del Mundial del 94, Dunga y Gilmar Rinaldi, me pidiesen que colaborase con ellos en dos partidos de preparación. Era un momento de mucha responsabilidad, porque después del desastre contra Alemania y Holanda no se podían perder esos encuentros, lo más importante era recuperar la autoestima. Coger la selección era una cuestión delicada, así que traté de echarles una mano, no podía decir que no. Mi labor consistió en elaborar unos informes después de los dos partidos, a nivel técnico, anímico... Nada más. Espero que les vaya de maravilla.

-¿Cuál es ahora el camino de Brasil? ¿Hay que rehacer completamente el equipo o se pueden recuperar jugadores?

-Tengo experiencia en ese sentido, porque cuando llegué a la selección como jugador fue precisamente después del fracaso de Brasil en el Mundial de 1990. Y entonces se planteaba lo mismo, si había que reestructurar el equipo. Pero no todo estaba mal hecho. Había una base aprovechable, se hicieron los cambios despacio, se manejó el aspecto emocional de futbolistas que habían vivido y adquirido aquella experiencia... y Dunga, que había formado parte del combinado del 90, levantó la Copa del Mundo en 1994. Esta vuelve a ser la clave ahora; hay que sacar lo mejor de lo malo, transmitir tranquilidad a los jugadores y aprovechar su experiencia en un ambiente favorable. En el Mundial de 1990 ya estaban Romario, Bebeto, Branco, Taffarel, Aldair... Se mantuvo la base, al igual que en el 2002 se dio continuidad a la de 1998.

-Además, Brasil contará siempre con la creatividad y el arte de sus jugadores.

-Sí es una de las cualidades de nuestro fútbol, la creatividad. Pero también es cierto que necesitamos mejorar en otros aspectos. Siempre hay margen para ello. El mundo es dinámico, cambia deprisa. Hay mucho trabajo de base que hacer en nuestra Liga y tenemos pocos entrenadores en los grandes clubes de Europa. Debemos preguntarnos por qué, trabajar y mejorar.