Este invierno está resultando muy crudo por el frío, la lluvia y abundancia de nieve, incluso en lugares poco acostumbrados al manto blanco. El frío también achica el ánimo de los aficionados al fútbol, no solo por las bajas temperaturas que registra el ambiente, sino por la marcha de sus equipos en la clasificación, que les hace sentirse encogidos y faltos de ese ánimo para levantar la cabeza mirando al futuro más inmediato con gesto ganador. Este es el problema que ofrece la Liga en momentos en los que parece exagerado el número de conjuntos seriamente amenazados por el riesgo al descenso. Este dato resulta más que preocupante para el fútbol gallego donde si el Deportivo marcha mal, del Celta (que va algo mejor) tampoco se puede resaltar la nota. Tanto es así, que ya se habla de que estos dos equipos se jugarán un baza muy importante el próximo 22 de febrero, en Riazor, un día que está a la vuelta de una esquina tan afilada como son las que se encuentran los equipos visitantes en el Bernabéu, donde los coruñeses jugarán justo antes de vérselas con el Celta. Tiempo hay por delante.
De momento, el seguidor coruñés espera armado de paciencia y disposición el resultado de mañana frente al Rayo, rival que hace años, en 1983, dejó escrita en Riazor un página negra para el deportivismo. Sucedió en un encuentro sin influencia en la clasificación para los de Vallecas, aunque sí para sus jugadores que saltaron al terreno de Riazor estimulados por una prima del Mallorca, en donde esperaban el resultado del Deportivo-Rayo del que dependía su ascenso. No les bastaba con el empate, pero terminó ganando el Rayo por 2-1 y subieron el Murcia, Cádiz y Mallorca, este último igualado a 46 puntos con el Deportivo al que adelantaron los mallorquines por el golaveraje. Recordarlo hoy, después de tanto tiempo, hace que uno sienta todavía un aire de tristeza.
Subieron Murcia, Cádiz y Mallorca, este último igualado a puntos con el Deportivo