Superleti

La Voz

TELEVISIÓN

27 feb 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

LETICIA Sabater ya no está entre fogones friéndole el plátano al cubano Michel, el ex con más morro de la Mourreau. Esta chica, de mirada distraída y extensiones hasta la coronilla, no imaginaba que el público adolescente, que hace diez años aprendía con ella a conjugar el chupi, chachi, colegui y guay, se tomara la revancha y, al grito de «a mediodía, ni tu tía», la haya echado de esa cocina del infierno donde la vitrocerámica es la más templada de las féminas. Y lo peor, es que su Leti rap (sí, aquello de «ponte una gorra para empezar, y cálzate unas Alpe guay guay (dos guais) de verdad. Tronquis y coleguis vamos a rapear, esta súper marcha que te va a molar») no ha podido con el DJ de la casa, un chaval llamado Khun al que no se le conoce más mérito que habernos hecho bailar poniéndole un poco de sabor aquí, poniéndole un poco de sabor allá. Ahora a Leti le toca el pastel más indigesto, el tener que darles explicaciones a todos esos oportunistas que, con razón o sin ella, se darán cita en los platós de televisión para, por el módico precio de 600 euros, acusarla de trepa, mala persona y falsa. Superleti, nuestra Leticia sin zeta, la princesa de los niños, está triste, porque aunque su cuenta corriente haya ganados algunos euros, su imagen es todavía menos creíble que cuando entró. Nada que ver con aquella proeza en la selva de los famosos que la resucitó para los zapping dispuesta a comerse hasta las patas de las arañas. Claro que, como a todo hay que verle el lado positivo, esperemos que su reclusión entre mandiles y mandriles le haya hecho darse cuenta de lo bien que sientan dos semanas sin tostarse bajo los rayos UVA.