Un 2023 «fuera de lo común»: un año de calentamiento del planeta «sin precedentes»

José A. González MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

Olas de calor en tierra y en el mar, pérdida de hielo y aumento de gases de efecto invernadero. Así resume la Organización Meteorológica Mundial el pasado ejercicio

19 mar 2024 . Actualizado a las 18:03 h.

1,42 grados por encima de la media de la era preindustrial. Esta es la anomalía térmica con la que cerró el 2023, el año que pasa a la histórica con más registros históricos climáticos borrados. ¿Qué supone sobrepasar la cifra mágica de los 1,5 grados? «No significa que no hayamos incumplido el Acuerdo de París, pero es una alerta de que no se están haciendo bien las cosas», coinciden los expertos. Esta cifra se ha convertido en un símbolo de las negociaciones del cambio climático mundial. Las naciones acordaron «llevar adelante esfuerzos» para mantener el incremento de la temperatura global por debajo de los 1,5 grados, según el Acuerdo de París de 2015. Sin embargo, no es una medida directa de la temperatura mundial, sino un indicador de qué tanto o qué tan poco se ha calentado o enfriado la Tierra comparado con el promedio global a largo plazo. Pero «este informe nos deja al borde del abismo», advierte Antònio Guterres, secretario general de Naciones Unidas.

El más de medio centenar de páginas del documento de la Organización Meteorológica Mundial confirma los presagios ya conocidos y también confirmados por otros departamentos como el Servicio de Cambio Climático de Copernicus: 2023 ha sido el año más caluroso desde que hay registros. Sin embargo, advierten: «Esto va más allá de las altas temperaturas». En su lista de alertas rojas, el equipo liderado por Celeste Saulo, secretaria general de la Organización Meteorológica Mundial, recuerda el calentamiento de los océanos, el retroceso de los glaciares o la pérdida de hielo marino antártico. Todos ellos incluyen la coletilla «sin precedentes». «Es motivo de especial preocupación», afirma Saulo. «Algunos récords no solo encabezan las listas, sino que las rompen. Y los cambios se están acelerando», añade Guterres.

Calor extremo

Récord a récord, así desde junio hasta diciembre. Cada uno de estos meses se batieron los registros históricos de temperaturas con dos hitos que destacan por encima de todos los datos. Julio de 2023 es el año más cálido jamás registrado desde hace 174 años y septiembre batió sus cifras máximas con el segundo margen más amplio.

«Este informe nos deja al borde del abismo»

Antònio Guterres

Secretario general de Naciones Unidas

Así la temperatura media mundial, según la OMM fue 1,45 grados superior al promedio preindustrial de 1850-1900. Además, la media mundial correspondiente al decenio de 2014 a 2023 es 1,20 grados superior al promedio de 1850-1900. «Esto se debe al incremento de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera y a la transición de las condiciones de La Niña a las de El Niño a mediados de 2023», señalan los autores del informe de la Organización Meteorológica Mundial.

Una bomba de calor en el mar

El calor no solo se ha dejado sentir en tierra firme, también lo ha hecho en el entorno marino. El 2023 también es el año en el que se rompió el récord de temperatura media en la superficie de los océanos. En concreto, la franja que abarca desde 60 grados al norte hasta al sur del Ecuador. Si, la superficie terrestre encadenó siete meses con registros históricos, el mar los comenzó a encadenar desde abril «batiendo los valores máximos de julio, agosto y septiembre por un margen especialmente amplio».

Así, aseguran los autores del estudio, el contenido de calor oceánico alcanzó su nivel más alto. «Se prevé que el calentamiento continúe», aseguran. Una anomalía que afecta a las especies que habitan en los ecosistemas marinos, especialmente los arrecifes de coral que continúan su proceso de blanqueamiento y degradación por las altas temperaturas en el interior de los océanos.

A finales de 2023, la mayor parte del océano mundial situado entre 20° S y 20° N había experimentado condiciones de ola de calor desde principios de noviembre. Cabe destacar las olas de calor marinas generalizadas en el Atlántico Norte, que comenzaron durante la primavera del hemisferio norte, alcanzaron su máxima extensión en septiembre y persistieron hasta finales de año.

En el 2023, el nivel medio del mar a escala mundial alcanzó un máximo histórico en los registros satelitales (desde 1993), lo que refleja el calentamiento continuado de los océanos (dilatación térmica), así como la fusión de glaciares y mantos de hielo.

Pérdida de hielo histórica

El aumento de temperaturas generalizado también tiene su impacto en las zonas más frías del planeta. La extensión del hielo marino antártico alcanzó un mínimo histórico absoluto de la era satelital (desde 1979) en febrero de 2023 y se mantuvo en un mínimo histórico para la época del año desde junio hasta principios de noviembre.

Además, Groenlandia también está perdiendo su blanco nieve característico y empieza a ver reverdecer sus tierras. Los datos satelitales de extensión del deshielo indican que el manto de hielo registró la tercera mayor extensión acumulada en la que se produjeron días de deshielo desde que hay registros (1978-2023), por detrás de la temporada de deshielo extremo de 2012 y 2010 tras vivir el verano más cálido de su historia.

Gases de efecto invernadero al alza

Estas alertas rojas, según la Organización Meteorológica Mundial, se deben, por un lado, al fenómeno meteorológico de El Niño y, por otro, al aumento desmesurado de las emisiones de gases de efecto invernadero y que en el 2022 «alcanzaron niveles sin precedentes». Pero los del 2023 muestran un aumento continuo. Hay que acelerar el inevitable fin de la era de los combustibles fósiles», exige el secretario general de Naciones Unidas

Los niveles de CO2 son un 50 % superiores a los de la era preindustrial, lo que provoca la retención de calor en la atmósfera. Como consecuencia del período de vida prolongado del CO2, «las temperaturas seguirán aumentando durante muchos años», alertan los investigadores de la OMM. «La buena noticia es que aún podemos mantener el aumento de la temperatura de nuestro planeta a largo plazo por debajo de ese límite y evitar lo peor del caos climático», revela Guterres.

La generación de energía renovable, que aprovecha principalmente las fuerzas dinámicas de la radiación solar, el viento y el ciclo del agua, se ha situado en la vanguardia de la acción climática debido a las posibilidades que ofrece para alcanzar los objetivos de descarbonización. En todo el mundo ya está en marcha una transición energética sustancial. En el 2023, las incorporaciones de capacidad renovable aumentaron casi un 50 % respecto al 2022, ascendiendo a un total de 510 gigavatios (GW). Dicho crecimiento representa la tasa más alta observada en las dos últimas décadas y demuestra que es posible alcanzar el objetivo de energía limpia fijado en la COP28 de triplicar la capacidad de energía renovable a nivel mundial hasta los 11.000 GW de aquí a 2030.

No obstante, hasta frenar este avance de temperaturas y desastres climáticos, la financiación para paliar estos fenómenos «es aún muy lejana a la necesitada». En la pasada COP28 de Dubái, las 192 partes presentes en la cumbre climática acordaron llenar la primera hucha con fondos para pérdidas y daños producidos por el cambio climático.

En las primeras horas de la cita de Emiratos Árabes, las principales economías del planeta anunciaron sus aportaciones. Sin embargo, la cifra total apenas llega al 1 % del total necesario. «Existe un gran déficit de financiación», señala la OMM.

En un escenario promedio, para una trayectoria de 1,5 grados, las inversiones anuales en financiación climática han de multiplicarse por más de seis, alcanzando casi los 9.000 millones de euros en 2030 y otros 10.000 millones hasta 2050.

Fenómenos meteorológicos y climáticos extremos

Los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos tuvieron repercusiones socioeconómicas graves en todos los continentes habitados. Entre ellos cabe mencionar episodios graves de crecidas, ciclones tropicales, calor extremo y sequía, y los incendios forestales asociados.

Las crecidas vinculadas a las precipitaciones extremas como consecuencia del ciclón mediterráneo Daniel afectaron a Grecia, Bulgaria, Türkiye y Libia. En este último país, el balance de víctimas mortales fue especialmente elevado en septiembre.

En febrero y marzo, el ciclón tropical Freddy fue uno de los ciclones tropicales de mayor duración del mundo, afectando gravemente a Madagascar, Mozambique y Malawi. En mayo, el ciclón tropical Mocha fue uno de los más intensos jamás observados en el golfo de Bengala, provocando 1,7 millones de desplazamientos en toda la subregión, desde Sri Lanka hasta Myanmar y en la India y Bangladesh, lo cual agravó la inseguridad alimentaria aguda.

El huracán Otis se intensificó hasta alcanzar la categoría máxima de 5 en cuestión de horas, siendo una de las tasas de intensificación más rápidas de la era satelital. El 24 de octubre azotó la localidad costera mexicana de Acapulco, causando pérdidas económicas estimadas en unos 15 000 millones de dólares de los Estados Unidos y la muerte de al menos 47 personas.

El calor extremo afectó a muchas partes del mundo. Algunos de los episodios más importantes se produjeron en el sur de Europa y el norte de África, especialmente durante la segunda quincena de julio. En Italia se alcanzaron 48,2 °C, y se registraron máximos históricos en Túnez (Túnez) (49,0 °C), Agadir (Marruecos) (50,4 °C) y Argel (Argelia) (49,2 °C).

La temporada de incendios forestales del Canadá fue la peor desde que hay registros. La superficie total quemada a nivel nacional durante el año fue de 14,9 millones de hectáreas, es decir, más de siete veces el promedio a largo plazo. Los incendios también provocaron graves episodios de contaminación por humo, sobre todo en las zonas densamente pobladas del este del Canadá y del noreste de los Estados Unidos. El incendio forestal más mortífero del año tuvo lugar en Hawái, provocando la muerte de al menos 100 personas, lo que lo convierte en el incendio forestal más mortífero desde hace más de 100 años en los Estados Unidos de América, y unas pérdidas económicas estimadas en 5 600 millones de dólares.

La región del Cuerno de África, que atravesaba una sequía prolongada, sufrió importantes crecidas en 2023, sobre todo a finales de año. Las crecidas desplazaron a 1,8 millones de personas en Etiopía, Burundi, Sudán del Sur, Tanzania, Uganda, Somalia y Kenia, que se suman a los 3 millones de desplazados internos o transfronterizos como consecuencia de las cinco temporadas consecutivas de sequía en Etiopía, Kenia, Djibouti y Somalia.

Persistió la sequía prolongada en el noroeste de África y partes de la península ibérica, así como en zonas del centro y suroeste de Asia. Esta se intensificó en muchas partes de América Central y América del Sur. En el norte de la Argentina y el Uruguay, las precipitaciones de enero a agosto fueron entre un 20 % y un 50 % inferiores a la media, lo que provocó pérdidas de cosechas y bajos niveles de almacenamiento de agua.