Pagar el baloncesto leyendo libros

Luis Manuel Rodríguez González
luis m. rodríguez OURENSE / LA VOZ

SOCIEDAD

Santi M. Amil

Una treintena de alumnos del colegio Curros Enríquez, en Celanova, se comprometen a la lectura de al menos un libro al mes como fórmula de pago de sus clases de básquet

10 ene 2020 . Actualizado a las 22:24 h.

La docencia y el baloncesto son vocacionales para Xoán Vila, un mariñano de San Miguel de Reinante que ya va por su cuarto curso como profesor en el Colegio Curros Enríquez, en Celanova. El pasado octubre encontró la forma de unir sus dos pasiones en una actividad dirigida a treinta alumnos de entre ocho y diez años de edad, embarcados en un programa denominado «Basket por libros».

El maestro encontró para su idea el respaldo de la dirección del centro, de sus compañeros de la biblioteca y del colectivo de padres, así que puso en marcha el original programa fuera de su horario lectivo con un doble afán: promocionar un deporte alternativo al fútbol, mayoritario en la comarca, y difundir la lectura. «O que fan estes rapaces é pagar a súa asistencia a clases de baloncesto lendo libros, un ao mes como mínimo», apostilla el ideólogo del plan, que no puede ocultar su satisfacción al subrayar que son varios los alumnos que superan esa exigencia y ya consumen dos y hasta tres ejemplares mensuales.

La iniciativa se desarrolla con una hora semanal de entrenamiento de baloncesto, después de que los pequeños le dedicaran -sea en su propia casa o en las dependencias del colegio- un tiempo proporcional a la lectura, que ellos mismos apuntan en un carné regularmente revisado por el mismo Vila, quien lo confeccionó. Basta con oír al responsable para comprobar lo ilusionado que se muestra con la opción de poder incrementar el número de horas destinadas a una y otra actividad en un futuro próximo.

Xoán lo tiene claro, el objetivo principal de su empeño es que los alumnos del Curros Enríquez disfruten del baloncesto y también del gran placer de leer: «Agora tamén empezan a traer as súas propias lecturas, debido a que moitos deles pediron libros de regalo durante o pasado Nadal».

Y es que el hábito ha prendido en los pequeños, que poco a poco van quedándose con ganas de más, como les sucede también a la hora de mirar al aro. Los presupuestos, en todo caso, son los que son y no resulta sencillo ampliar infraestructuras deportivas en un recinto escolar de tutela pública como el de la villa ourensana.

Para el profesor lucense, que jugó en equipos como el Ribadeo, Viveiro, Verín o Celtas de Foz, también es una satisfacción ver que, poco a poco, sus alumnos le van cogiendo el gusto a eso de encestar: «Un dos obxectivos é conseguir catro taboleiros para colocar as canastras que agora temos colgadas nunhas columnas. Foron mercándose balóns e habilitando canastras pouco a pouco, e agora hai intención de seguir mellorando o equipamento para desenvolver esta actividade».

El artesanal campo de juego es, sin duda, mejorable, pero la voluntad abunda, una inquietud a la que se suman con facilidad las ávidas miradas de muchos compañeros que ya están apuntando el momento de sumarse a la fiesta. La ola apenas está comenzando a crecer. 

Reflexión

A sus cuarenta y seis años, el maestro admite que fue durante el pasado verano cuando pensó que la mezcla entre el deporte que practicó durante más tiempo y su principal pasatiempo podía ser una fusión interesante para los estudiantes a los que se encontraría en clases durante el presente curso. «Penso que ler e reflexionar sobre o que se le é unha actividade de gran potencial pedagóxico», explica este profesor vocacional.

Para Xoán Vila y para los encargados de la organización del colegio, la acogida de los niños de tan corta edad a un incentivo que aúna dos propuestas como la del ejercicio físico y la de cultivar el intelecto a través de los libros es una buena noticia que vale la pena celebrar e incluso potenciar en los cursos venideros.

El formato caló pronto en los niños y su propia responsabilidad los llevó a progresar de un modo evidente en ambos planos, a imagen y semejanza de su profesor. Jugar y leer están de moda en Celanova, desde abajo, así que el futuro pinta bien.