Doce genes aceleraron la evolución de los europeos desde hace 8.000 años

Raúl Romar García
R. Romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

La digestión de leche en la edad adulta se inició hace 4.000 años

15 mar 2019 . Actualizado a las 19:52 h.

La introducción de la agricultura y la ganadería ha supuesto uno de los mayores cambios en la historia de la humanidad. Es algo sobre lo que no existe duda, pero lo que menos se sabe es que esta transformación radical en los hábitos de la sociedad supuso también un motor fundamental en la evolución humana. Las modificaciones en la dieta y en las costumbres de los humanos acarrearon, en cierta forma, una evolución acelerada que ha dejado huella en el genoma en forma de mutaciones adaptadas a los nuevos cambios sociales. Estas variaciones en el ADN, derivadas de la transición de la caza a la agricultura y que han moldeado al europeo moderno hasta convertirlo en lo que es, han sido identificadas en doce genes en un estudio publicado en Nature y liderado por la Harvard Medical School, el University College y el Instituto Max Planck, en el que han colaborado tres equipos españoles, entre ellos del CSIC y del Centro Nacional de Evolución Humana. Los investigadores analizaron el genoma de 230 individuos prehistóricos -163 de ellos se secuenciaron por primera vez- que vivieron en Europa hace entre 8.000 y 3.000 años de antigüedad. Quince de estas muestras se tomaron de la Cueva del Mirador, de Atapuerca.

Las variantes encontradas se corresponden con genes asociados con la altura, la capacidad de digerir la lactosa en la edad adulta, el metabolismo de los ácidos grasos, los niveles de vitamina D, la enfermedad celíaca, la pigmentación de la piel, el color azul de los ojos o la tolerancia al consumo de las proteínas de los cereales, entre otros, y explican la adaptación de los europeos al establecimiento de la agricultura en latitudes elevadas.

Diferencias de estatura

El gen de la lactasa, que ha permitido a los humanos modernos la digestión de la leche, surgió por ejemplo, hace 4.000 años como una adaptación para mejorar su supervivencia. «Se trata, probablemente, del rasgo que presenta una mayor ventaja para la supervivencia de los europeos. Es decir, es la característica genética que la evolución ha seleccionado con una mayor intensidad. Hace 4.000 años era una mutación residual, lo que quiere decir que posteriormente fue seleccionada por las poblaciones europeas por la gran ventaja que suponía disponer de la leche como fuente de alimento durante la vida adulta», explica Carles Lalueza-Fox, del Instituto de Biología Evolutiva (CSIC) y uno de los autores del trabajo.

¿Por qué, por ejemplo, los habitantes del norte de Europa son más altos que los del sur? En este caso se cree que es porque los primeros descienden en mayor grado de las poblaciones de la estepa Euroasiática, que eran de mayor altura, mientras que la gente del sur está emparentada en mayor grado con los grupos de Neolítico y la Edad de Cobre de la península ibérica, a quienes se supone más bajos.

El trabajo también apoya la idea de que los primeros agricultores europeos procedían de la antigua Anatolia (actual Turquía), y aporta más detalles sobre cómo los distintos grupos fueron mezclándose y migrando.

Confirma, además, que los europeos actuales son el producto de tres sustratos poblacionales mayoritarios: los cazadores-recolectores mesolíticos descendientes de los primeros colonos de Homo sapiens que poblaron Europa hace unos 40.000 años, los agricultores neolíticos procedentes del suroeste de Asia y la población de las estepas que entra en la Edad del Bronce.

«Se trata del trabajo más completo realizado hasta el momento de la población europea», subraya el paleoantropólogo coruñés José María Bermúdez de Castro, del Centro de Evolución Humana.